Sufrimiento humano

En el dolor siempre hay un guiño de gozo

Nuestra vida está marcada por el dolor y el gozo, que son sentimientos que parecen opuestos, pero que en realizad pueden ser complementarios ya que después de un gran dolor, Dios nos concede un guiño de gozo y paz.

El mundo se convulsiona por el dolor que nos causa la guerra y la violencia que aqueja a nuestros pueblos y a nosotros nos es difícil encontrar ese guiño de gozo, pero debemos estar atentos y con el corazón dispuesto a recibirlo por medio de los acontecimientos cotidianos. Pero, ¿qué gozo nos puede traer la guerra? Por lo pronto, el de unirnos en oración para consagrar a esos pueblos en guerra y al mundo entero al Inmaculado Corazón de María.

El cuarto domingo de cuaresma, Laetare o de la alegría, nos lo recuerda ya que la liturgia nos dice: Alégrate, oh Jerusalem, porque ya viene tu salvación.

Debemos tener claro que el gozo no siempre es inmediato, a veces es necesario padecer mucho para obtener un gozo mayor de cada situación.

Lo importante es que nosotros sepamos darle un sentido trascendente al dolor ofreciéndolo a Dios, uniéndolo a su pasión y cruz, así logramos que tenga una dimensión corredentora, por eso aquí te dejo mis 5tips para enseñarle a nuestros hijo a ver la alegría en el dolor.

PRIMERO. Que aprendan a ofrecer los pequeños dolores cotidianos.
La sociedad nos invita a la cultura del descarte donde lo que no sirve o no nos gusta lo debemos tirar a la basura; pero en la realidad las cosas no son así.

En nuestras familias, debemos generar un cambio cultural y regresar a aceptar las pruebas y el dolor con alegría, sabiendo que si lo ofrecemos puede traer grandes beneficios a nosotros y a nuestra familia.

Para ofrecerlos solo es necesario que hagan una pequeña oración diciéndole a Dios que tome su dolor y lo una al que sufrió Él en la cruz.

SEGUNDO. Que sepan ser empáticos con el dolor del prójimo.
Cuando quien está sufriendo no somos nosotros sino nuestro hermano, mamá o papá, a veces nos cuesta trabajo comprenderlo y queremos que todo suceda normalmente, pero es necesario enseñar a nuestros hijos a que cuando alguien más sufre podemos sufrir con él y hacerle más llevadero ese dolor.

No me refiero a provocarnos a nosotros el mismo dolor que el de prójimo, sino que podemos ponernos en sus zapatos y tratar de sentir lo que ellos sienten para ser prudentes, para tratar de hacerle menos pesado ese dolor y buscar hacerle la vida fácil en la medida de nuestras posibilidades.

Esto lo podemos practicar cuando alguien de la familia está sufriendo y dejando que nuestros hijos les hagan cartitas, dibujos, detalles y hasta que los cuiden un ratito, claro, siempre de acuerdo a su madurez y edad.

A veces un abrazo sana más que todas las medicinas del mundo.

TERCERO. Que practiquen la paciencia cuando hay dolor.
Ya sea que quienes sufren sean ellos o que alguien más, la paciencia debe ser la virtud primordial, ya que cuando hay mucho dolor las formas de comportarse se modifican y nos volvemos bruscos y poco tolerantes.

Es necesario ir entrenando nuestra voluntad para lograr que no sea modificada por el dolor o el gozo extremos y para eso debemos auxiliarnos de la paciencia.

Las obras de misericordia nos lo recuerdan al pedirnos que suframos con paciencia los defectos de los demás y que cuidemos a los enfermos.

CUARTO. Que el dolor no sea un estado de vida.
Una de mis hijas me dijo que es muy fácil caer en un estado de ánimo depresivo cuando hay dolor o sufrimiento en nuestra vida y que debemos contrarrestarlo a toda costa ya que no podemos permitir que se vuelva un estilo de vida, donde nos volvemos víctimas de ser dolor o sufrimiento.

Es necesario vivir alegres y encontrar el lado bueno de cada circunstancia por más dolorosa que sea, así cambiará nuestra mentalidad y podremos ver esos guiños de gozo que Dios nos manda en medio del dolor.

Esto no quiere decir que no haya momentos de tristeza o de dolor extremos, pero que no sean los que determinen nuestra vida porque mientras tengamos vida, debemos estar alegres por ese gran don.

Y QUINTO. Que el dolor nos lleve a la oración.

En todo morenito y circunstancia debemos acudir a la oración, a ese dialogo intimo con Dios para poder soportar con paciencia y alegría las pruebas, a veces difíciles y otras no tanto.

La oración nos permite ofrecer lo que estamos viviendo y sintiendo y también nos deja escuchar la voz de Dios para comprender por qué o para qué estamos pasando por esa situación dolorosa y así poder ofrecerla con amor a Dios.

Un pensamiento, una frase sencilla, una jaculatoria son suficientes para comenzar nuestra oración que después podemos hacer todo un estilo de vida y que además podemos educar a nuestros hijos conforme a él.

Hoy levanto una oración para que en cada circunstancia dolorosa que se presente en tu vida, puedas siempre encontrar ese guiño de gozo con el que Dios te acaricia para que siempre seas feliz, con esa alegría que dura porque está basada en Dios.

 

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