Este tiempo de cuaresma es el tiempo por excelencia para trabajar en la conversión de nuestro corazón y tenemos una oportunidad de oro en esta recta final para lograr cambiar lo que nos pesa, lo que nos aleja del camino que Jesús nos ha marcado como camino de salvación.
En cierto sentido es como hacer limpieza de la casa, que es nuestro corazón y resanarlo para que este digno para que Jesús pueda habitar en él, por eso hoy te dejo mis 5Tips para lograrlo.
PRIMERO. Haz una revisión general para saber en qué estado estamos.
Es tiempo para hacer un examen de conciencia profundo, ubicar lo que debemos cambiar, lo que debemos lavar, lo que nos hace sentir mal, lo que sabemos que le ofende a Dios, nuestros defectos y afectos, nuestras debilidades y pecados recurrentes; de esta forma tendremos claros los pasos que debemos dar para lograr tener nuestro corazón digno y a tiempo para vivir la Semana Santa y después la gran fiesta de la Pascua.
Podemos hacerlo revisando mandamiento por mandamiento para ver en qué hemos fallado o lo podemos hacer recordando todo aquenio que sentimos que nos aleja de Dios y que nos lleva por el camino del desamor, es decir que evita que tengamos una relación íntima con Dios.
Ahora, hasta hay aplicaciones que te ayudan o que te sirven de guía para hacer este examen de conciencia.
Nuestros hijos también lo deben hacer para que aprendan y lo tomen como un estilo de vida. Y son muy pequeños, es muy bueno que comiencen a darle cuenta de lo que han hecho con mala intensión y lo que, a pesar de que saben que va a lastimar a los que los rodean, han realizado con gusto y a propósito.
SEGUNDO. Pide perdón y perdona.
Llega el tiempo de sacudir la casa para poder ver lo que está más profundo y poder trabajar en eso.
Pedir perdón y perdonar nos capacitan para dar un paso más y tratar de convertir el corazón.
Para realizarlo es necesario hacer uso de la humildad, que nos permite reconocernos débiles y limitados por lo que nos equivocamos muy seguido y lastimamos a los que nos rodean, aun sin tener la intención de hacerlo, aunque muchas veces lo sabemos y aun así preferimos salirnos con la nuestra.
El que pide perdón se beneficia, pero el que otorga el perdón se beneficia más pues con este sencillo acto suelta amarras que le esclavizaban y se vuelve más libre para convertir su corazón a Dios.
Con nuestros hijos podemos educarlos para que pidan perdón y perdonen de inmediato, justo cuando cometen la falta, de esa forma será más sencillo que aprendan a reconocer cuando hacen mal y hay que pedir perdón y no les costara trabajo otorgar el perdón pues sabrán que todos nos equivocamos y que es normal corregir.
TERCERO. Limpia tu corazón por medio de la confesión.
Después de la limpieza superficial, vienen los arreglos profundos, esos que requieren de la mano del maestro, del sacramento de la reconciliación por medio de la confesión.
Así es más fácil porque ya hemos hecho un examen de conciencia y sabemos cuáles son nuestras faltas y pecados que debemos confesar. Si es necesario podemos llevarlos anotados para que la confesión sea mejor y más sencilla.
CUARTO. Debemos tener propósito de enmienda.
Ahora viene el tiempo de resanar las grietas que han quedado, es decir, es el tiempo de reparar lo que hemos dañado, lo que hace falta para que nuestro corazón esté reluciente para ser digno de Jesús.
Se que a veces es muy difícil dejar los vicios que por años hemos tenido, corregir errores que creíamos que eran verdades de vida, sanar herida que tienen mucho tiempo en nuestro corazón, pero lo importante es que hagamos es esfuerzo por corregirlo.
Dios ve nuestros esfuerzos y nos da la gracia para trabajar y lograr hacer esa conversión de nuestro corazón porque sabe que somos limitados y necesitamos de Él para lograrlo.
Nuestros hijos pequeños que aún no pueden confesarse, también deben aprender a reparar las faltas o errores que comente para que así cuando puedan recibir el sacramento de la confesión le sea más sencillo tener un firme y real propósito de enmienda.
Y QUINTO. Busca nuevas rutas para regresar al camino que Jesús nos marca.
Por último, la conversión del corazón nos exige hacer cambios radicales en nuestro estilo de vida. Dejar de frecuentar los lugares o las personas que nos hacen daño y nos alejan de Dios, dejar de realizar actos que nos lastiman y lastiman a los demás, buscar estrategias para hacer el mayor bien posible, etc.
Llega el momento de trabajar y ofrecer nuestros esfuerzos para el bien de nuestra alma, de nuestra familia y de la sociedad en que vivimos.
Buscar nuevas rutas implica emprender nuevos caminos y estilos de vida y en estos días que aún nos quedan de cuaresma podemos tomar las decisiones necesarias para retomar la ruta, el camino adecuado para acompañar a Jesús en su caminar para alcanzarnos la salvación eterna.
Nuestro testimonio es importante para que nuestros hijos aprendan este proceso de la conversión del corazón y ellos también puedan realizarlo en sus propias vidas.
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