Cambió la historia

El domingo que cambió la historia del mundo

Hay sucesos extraordinarios que cambian el rumbo de la historia de forma extraordinaria, muchos de ellos están ligados a los símbolos religiosos que son una parte importante e integral del devenir humano.

El laicismo fue una imposición de unos cuantos que la hizo parecer como si hubiese sido una aspiración popular, el pueblo en ese entonces estaba ocupado y preocupado por cuestiones más importantes de sobrevivencia, así que esa idea fue de las cúpulas políticas e intelectuales impulsadas en gran parte por la masonería, pero la idea se fue imponiendo de forma abrumadora y hoy prácticamente todos vivimos bajo la tiranía del laicismo que fracciona al hombre arrancándole la importantísima parte espiritual de su actuación social y política.

Pero pretender aplicar el criterio laicista en forma retroactiva para hablar del devenir histórico de la humanidad resulta imposible, porque habría que borrar de los libros el 80% de su contenido, así que la conmemoración del mundo cristiano del pasado domingo es uno de esos capítulos que pese a ser en su esencia un relato religioso es un elemento que modificó y cambió el rumbo de la historia hasta nuestros días.

Un personaje extraordinario llamado Jesús había aparecido súbitamente en Israel y por tres años había recorrido el territorio predicando y enseñando muchas cosas diferentes y muchos testigos hablaban de hechos extraordinarios, sin embargo inesperadamente su suerte había cambiado y en una especie de juicio que no cumplió ningún requisito legal en una complicidad entre las autoridades religiosas judías y civiles romanas lo habían condenado a muerte, y por si fuera poco excepto su madre, uno de sus discípulos y algunas mujeres todos lo abandonaron.

Ante este panorama lo único que se podría esperar es que todo lo sucedido cayera en el olvido, pero resulta que estos hombres que se habían escondido aparecen de repente completamente transformados y con una actitud valiente dicen ser testigos de que Jesús tal como lo había dicho estaba vivo, había resucitado y se había presentado ante ellos, muchos no lo creyeron, pero otros tantos si, y poco a poco fueron aumentando los que creían a los apóstoles.

Pablo, otro personaje que nunca hubiera aparecido en la historia si no hubiera sido por esa resurrección, era de los que pensaban que los apóstoles eran unos embaucadores, y por lo tanto había que combatirlos, y así había ya causado daños a algunos de los miembros de ese nuevo grupo que por cierto todavía se sentían parte del judaísmo, así que habiendo obtenido autorización de las autoridades para perseguirlo se dirigía a Damasco cuando el mismo Jesús se le apreció y entonces, ese Pablo cambió y se transformó en el principal propagador de las enseñanzas de Jesús y testigo de esa resurrección.

Ese acontecimiento que los cristianos recordamos el pasado domingo fue el que inició un cambio cuyos efectos llegan hasta el día de hoy, sobrevivió a la caída del Imperio Romano y de muchos otros, a guerras, epidemias, ataques, persecuciones, nuevas ideologías, llegó un tiempo en que toda una era y un conjunto de naciones se llegó a conocer como “la cristiandad”, además su influencia sobre la forma de pensar, sobre las leyes, sobre las artes como la arquitectura, la música, la pintura, el teatro y la literatura son de una aportación invaluable en la llamada cultura occidental, y aún hoy época de incredulidad, se mantiene vivo en la mente y el alma de millones en muchas regiones de todo el planeta.

Por eso podemos decir que fue un domingo que cambió la historia, a ese domingo le llamamos ahora Domingo de Resurrección e inicia 50 días a los que conocemos como la Pascua. El laicismo ha pretendido cercenar al hombre, pero pese a su dictadura a través de las leyes y de la costumbre no ha podio ni podrá separar a un número muy grande de personas de algo que está en su naturaleza misma, su esencia religiosa que se debe manifestar en todos los aspectos de la vida.

 

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