La riqueza santa de América parece ser uno de los famosos “secretos mejor guardados”. Pero en su magnífico libro “Polvo Enamorado”, editado por Buena Prensa, Mauricio Sanders nos descubre ese secreto. Más que secreto, es simplemente un mar de historias de santos del que casi no se habla, porque no se conoce.
Pensar en santos de América, hace mencionar a Santa Rosa de Lima, San Martín de Porres y San Felipe de Jesús, pero eso nos deja muy lejos de la realidad. En algunos casos, más bien nacionales, se habla y poco, de otros santos, como resulta en México con los mártires declarados santos por sus asesinatos durante la persecución religiosa de 1926-29, esos tiempos de la llamada Cristiada.
Mauricio nos habla de ese problema de desconocimiento de los muchos santos de América, y relata cómo los mismos, por amor a Dios, llegaron a la santidad. Incluso hace referencia a la existencia de muchos cristianos que lo son, sin haber sido formalmente declarados santos por la Iglesia (un proceso largo y minucioso). Dice Sanders: “Nuestra América seguro ha dado más santos de los ciento doce canonizados, pues una tierra sirve para dar santos”. Pero esto es parte de la vida de la Iglesia a través de sus veinte siglos.
Para hablarnos de ellos, sucintamente, Mauricio hace una clasificación de los santos de América, y digamos que por paquetes nos presenta datos sobre los mismos. Así, menciona primeramente a los santos mártires. Para los latinoamericanos, por ejemplo, nada se sabe de santos mártires del “lejano” Canadá. Pero allí nos los da a conocer. De los santos mártires, distingue entre los que llegaron a América, los inmigrantes, llegados a evangelizar y muertos por su fe. Y allí están los nacidos en ella muertos mártires por la misma fe. Algunos de ellos muertos en grupo, digamos, como los asesinados durante la cristiada en México.
Luego están los que agrupa como “santos virtuosos”, los clérigos, incluyendo en particular los obispos; y los santos laicos, sean varones o mujeres. En fin, es tan grande la santidad “oficial” de América, que Mauricio sólo nos da algunos datos sobre cada uno de ellos. Magnífica labor de investigación, reflexión y presentación.
De principio, inicia su libro diciendo: “Los santos de América son santitos. Ni siquiera juntos los ciento doce santos americanos han cambiado América como cambiaron Europa, África, Asia, Oceanía y América misma…” y continúa: “Los santos de América ni siquiera son populares. No tienen altares por todas las iglesias del mundo, como San Judas Tadeo, ni listones amarillos, azules y rosas en las capillas de todos los países de la tierra como san Charbel Makhlüf. La Iglesia católica celebra en todo el mundo a sesenta y cuatro santos de manera obligatoria. Ninguno americano.”
Escribe también Mauricio: “Algo hay que hacer para poner a trabajar a los santos de América, para que no se olvide su nombre, para guardar la memoria de su vida, porque a pesar de que son santitos, los ciento doce santos americanos no dejan de ser santos”. Y esto es precisamente lo que ha hecho Mauricio con su libro “Polvo enamorado. Ensayo sobre los santos de América.”
Un libro fácil de leer por su calidad, primero de reflexión y luego de relatos particulares de los mismos. Cumple con creces su cometido, abrir los ojos de nosotros los americanos primero, y luego de otros países, sobre esa riqueza santa americana. Muy valiosa edición de la editorial Buena Prensa. Que nos dé ánimos para buscar imitarlos en nuestra propia vida, y sentirnos cristianamente orgullos de todos ellos, los canonizados, presentados en este libro, y los no canonizados.
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