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El pasado martes, la Santa Sede respondió a la última ronda de investigaciones de la ONU e indicó que aunque es responsable de hacer cumplir un tratado del organismo mundial contra la tortura, esa responsabilidad se limita solamente al pequeño estado del Vaticano.
En entrevista con yoinfluyo.com, el padre Cipriano Sánchez, director de la Pastoral de Familia en la Arquidiócesis de México, señaló que un punto delicado en torno a las acusaciones de la ONU, es que este organismo busca cuestionar la doctrina de la Iglesia respecto a determinadas posturas y a su visión de familia.
“Recordemos que la Iglesia, desde el 2002, está tomando medidas serías en las cuales los sacerdotes que encubren abusos contra menores son puestos a disposición judicial, con una tremenda transparencia y responsabilidad”, precisó.
El sacerdote consideró la actuación de la ONU parece ser un gesto de venganza por las posturas que la Iglesia ha mantenido respecto a temas como el aborto, la planificación familiar y otros temas polémicos.
“La Santa Sede pone en argumentos todo lo que se ha hecho con congregaciones religiosas, obispos, sacerdotes y todo el personal que se ha visto involucrado, algo que la misma ONU no ha hecho; por ejemplo, está el caso de los abusos reportados por parte de los Cascos Azules y altos funcionarios miembros del organismo”, subrayó.
Aclaró que, por una parte, la Iglesia ha tomado cartas en el asunto al pedir disculpas, dar la cara y puesto a disposición judicial a aquellos que perpetraron este tipo de crímenes. “Pero lo que no va a haces es ‘corregir’ su postura respecto al matrimonio, a la situación de la problemática homosexual, al aborto, la anticoncepción y planeación familiar, tal y como la ONU la entiende”.
Agregó que ésta es una situación de congruencia y coherencia por parte de la Iglesia, al mantener su actitud de responsabilidad con aquellas situaciones en las que algún miembro de la jerarquía católica se ha comportado indebidamente con menores u otras personas.
Cabe señalar que en días pasados el Santo Padre se responsabilizó personalmente por el mal cometido por algunos clérigos y pidió perdón a las víctimas diciendo que la Iglesia debe esforzarse más para proteger a los niños.
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