En sus propias palabras narró cómo fue electo postulador: “Me encontraba presente, entre tantos otros sacerdotes, en la Basílica Lateranense el 13 de mayo de 2005, día del encuentro del Papa Benedicto XVI con el clero romano. Era una cita programada ya en la agenda de Juan Pablo II. He gozado con todos de este primer encuentro con el nuevo Pontífice y por el anuncio de la dispensa de esperar 5 años para abrir el proceso de beatificación de su predecesor. No podía intuir por qué el Cardenal Vicario me convocaba después de este encuentro. Estaba un poco preocupado porque debía partir para Polonia. Le pedí al secretario del cardenal que me pospusiera la cita, pero me aseguró que se trataba de algo muy breve. De hecho, lo fue, pues el Cardenal Vicario me dijo: ‘¿Has oído el anuncio del Papa? Me alegro que seas postulador en este proceso’. Me dejó sin palabras, pero después me di cuenta que era una decisión que cambiaría toda mi vida. El cardenal me sonrió y me auguró un buen trabajo. Le agradecí, sin poder hacerle pregunta alguna”.
Monseñor Oder tenía 18 años cuando Juan Pablo II fue electo Sumo Pontífice de la Iglesia Católica, él seguía la transmisión desde Polonia y su primera referencia fueron “las palabras de la apertura, las palabras del coraje: ‘No tengáis miedo. Abrid, y aún de par en par, las puertas a Cristo’. En aquel momento para nosotros en Polonia, pero pienso que también para todos los creyentes en el mundo, aquel anuncio tenía un significado y un valor del todo particular, de fuerza y esperanza”.
Juan Pablo II es un símbolo de la perfecta interpretación práctica del Concilio Vaticano II, según constata Monseñor Oder, pues desde el inicio de su Pontificado hizo un esfuerzo constante para vivir y poner en práctica al mismo. “Podemos decir que todo el Pontificado de Juan Pablo II ha representado el esfuerzo constante por actualizar la inspiración divina presente en aquel gran evento”.
La razón es clara: “Karol Wojtyla fue uno de los padres conciliares más jóvenes. Siendo todavía obispo, vivió muy intensamente aquella realidad que incidió en su identidad sacerdotal y episcopal (…) contribuyó a la elaboración de algunos de los conceptos más importantes que surgieron del Concilio, nociones que después estuvieron presentes a lo largo de todo su Pontificado, como la colegialidad manifestada en una fuerte apertura y en el diálogo concreto entre las diversas religiones. También el apoyo concreto y eficaz a la vida laical”.
Monseñor Oder se dice fascinado de la personalidad de Juan Pablo II: “Era un hombre entero, hecho de carne y de sangre, pero también un hombre totalmente de Dios. Su libertad se expresaba de muchas maneras, su comportamiento escapaba a la rigidez del protocolo, una broma juguetona, pero también con pobreza y distancia de las cosas materiales, con la pureza de la mirada y con la naturalidad de aproximarse a hombres y mujeres… Esta libertad radicaba en su pertenencia a Cristo. Era un hombre de Dios. Su libertad se expresó constantemente en la total donación de sí mismo a la causa del Reino de Dios, al anuncio del Evangelio, a la formación de los hermanos en la fe, en la identificación con Cristo que se ofrece por amor. Todo esto encontraba su síntesis cotidiana en la celebración de la Eucaristía”.
Nota: Sobre el Padre Giovangiuseppe Califano, Postulador de Juan XXIII, no encontramos información en la Web.
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