Estas fueron las palabras del Cardenal Jorge Mario Bergoglio, arzobispo de Buenos Aires, en la misa que celebró el 4 de abril de 2005 con motivo del fallecimiento de Karol Wojtyla.
“Simplemente fue coherente. Nunca engañó, nunca mintió, nunca chicaneó”, comentó el ahora Papa Francisco sobre Juan Pablo II, quien lo designó el 20 de mayo de 1992 Obispo, más tarde el 3 de junio de 1997 Arzobispo y el 21 de febrero de 2001 le creó Cardenal.
Francisco, testigo para el proceso de Juan Pablo II
Jorge Mario Bergoglio fue llamado en su momento para ser testigo en el proceso de beatificación de Wojtyla cuando éste era Siervo de Dios. Según el testimonio de Avennire, el Papa Francisco recordó sus encuentros con Juan Pablo II y sus percepciones sobre ese hombre con el cual le había tocado convivir en múltiples ocasiones.
En enero de 1998, el Arzobispo Bergoglio participó como asistente de Juan Pablo II en el histórico viaje papal a La Habana, experiencia en la que se inspiró su libro “Diálogos entre Juan Pablo II y Fidel Castro”. El libro es un ensayo que comienza con una reflexión sobre el valor del diálogo, la búsqueda de la verdad y un intercambio entre la ideología política y la religiosidad en busca de una solidaridad compartida. Después aborda el tema de la familia como núcleo social y los diversos obstáculos a los que se enfrenta la sociedad cubana en este sentido. Continúa exponiendo los efectos del neoliberalismo y la civilización de consumo y concluye resaltando la realidad de la Iglesia en Cuba y la consideración del presente como el tiempo de los “humanismos”. En la parte posterior del libro se encuentran todos los mensajes que Juan Pablo II pronunció en su visita a la isla.
Fruto de la convivencia, Bergoglio tiene ideas muy claras sobre Wojtyla: “Él rezaba en serio (…) su mirada era la de un hombre bueno (…) su gran capacidad de escucha frente a todos (…) su memoria, diría casi sin límites".
Entre las anécdotas el entonces Cardenal citó la de una visita “ad límina” en 2002: "Un día concelebramos con el Santo Padre y lo que me impactó fue su preparación para la celebración (…) Estaba arrodillado en su capilla privada, en actitud de plegaria, y vi que de tanto en tanto leía algo sobre una hoja que tenía enfrente y apoyaba la frente en las manos, y era claro que rezaba con mucha intensidad por lo que considero una intención que había escrito en esa hoja (…) Luego releía alguna otra cosa sobre la misma hoja y retomaba la actitud de plegaria y así hasta terminar, cuando se levantaba para vestir los paramentos".
Bergoglio subrayó que "Juan Pablo II nos enseñó no ocultando nada a los otros, a sufrir y a morir, y esto en mi opinión es heroico (…) No se debe olvidar su particular devoción hacia la Virgen (…) no dudo en afirmar que Juan Pablo II, en mi opinión, ejerció todas las virtudes, tomadas globalmente, en modo heroico, dadas la constancia, el equilibrio y la serenidad con que vivió toda su existencia (…) y esto apareció a los ojos de todos, también de los no católicos y de los que profesan otras religiones, así como los agnósticos. Yo siempre lo consideré un hombre de Dios y así la mayor parte de las personas que de algún modo entraban en contacto con él".
Cardenal Bergoglio celebra una misa por el fallecimiento de Juan Pablo II
El 2 de abril de 2005, el mundo recibió la noticia del fallecimiento de Karol Wojtyla, Juan Pablo II, un Papa querido y admirado; no faltaron expresiones como “Juan Pablo II el Grande” y “santo súbito”. Las muestras de cariño y fe se vieron y vivieron en todo el mundo. Argentina no fue la excepción. Así, el 4 de abril, siendo Arzobispo de Buenos Aires, Jorge Mario Bergoglio, ofició una misa por el descanso de su alma. A ella asistió la cúpula política de Argentina, incluida la entonces esposa del Presidente, Cristina Fernández de Kirchner.
“Jesús dijo de Natanael una vez cuando venía caminando: ‘Aquí tienen a un israelita derecho, sin doblez’. Creo que lo podemos decir de Juan Pablo II, el coherente. Pero era coherente porque se dejó cincelar por la voluntad de Dios. Se dejó humillar por la voluntad de Dios. Dejó que creciera en su alma esa actitud obediencial que tuvo nuestro padre Abraham, y desde allí todos los que lo siguieron”.
Recordó que Juan Pablo II “una vez nos dijo que este siglo no necesita de maestros, necesita de testigos, y el coherente es un testigo. Un hombre que pone su carne en el asador y avala con su carne y con su vida entera, con su transparencia, aquello que predica”, y Wojtyla era un coherente.
Para cerrar su homilía, el Cardenal Bergoglio, haciendo énfasis en sus palabras y visiblemente emocionado, mencionó las múltiples virtudes del fallecido Pontífice al señalar que “por pura coherencia se embarró las manos, nos salvó de una masacre fratricida. Este coherente que gozaba tomando a los chicos en brazos porque creía en la ternura. Este coherente que más de una vez hizo traer a los hombres de la calle (…) para hablarles y darles una nueva condición de vida. Este coherente que cuando se sintió bien de salud pidió permiso para ir a la cárcel a hablar con el hombre que había intentado matarlo. Es un testigo.
Terminó repitiendo sus palabras: “‘Lo que necesita este siglo no son maestros, son testigos’. Y en la encarnación del Verbo, Cristo es el testigo fiel. Hoy vemos en Juan Pablo una imitación de este testigo fiel. Y agradecemos que haya terminado su vida así, coherentemente, que haya terminado su vida siendo simplemente eso: UN TESTIGO FIEL”.
Al acabar la misa, el Cardenal Bergoglio viajó a Roma para los funerales de Juan Pablo II, en donde actuó como regente junto al Colegio Cardenalicio, gobernando la Santa Sede y la Iglesia Católica Romana durante el periodo en que permaneció la sede vacante y hasta que fue electo el Papa Benedicto XVI.
Francisco y su homilía celebrando la beatificación de Juan Pablo II
Años más tarde, el 1 de mayo de 2011, el Papa Francisco, en otra homilía con motivo de la beatificación de Juan Pablo II, comentó que: “Nos dijo, repetidas veces ya desde el comienzo: ‘No tengan miedo’ porque vivía contemplando a su Señor resucitado; él sabía que su Redentor vivía; él sabía que esas llagas abrevaban su corazón de pastor, que en esas llagas encontraba refugio y coraje, y nos lo quiso transmitir de entrada: ‘No tengan miedo’ (…) El coraje, la firmeza que nos da la resurrección de Cristo, la serenidad de ser perdonados por la misericordia que encontramos en sus llagas, nos quitan el miedo”.
Menos de dos años después, Bergoglio sería designado sucesor de Karol Wojtyla. En su visita a Brasil decidió nombrar a su antecesor patrón de la juventud y de las Jornadas Mundiales de la Juventud, para después, este 27 de abril, proclamarlo santo de la Iglesia universal.
El Papa Francisco, es un Papa que admira y venera a su antecesor.
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