De modelo a monja. Al empezar Semana Santa

1)  Para saber

“Un corazón alegre es el resultado normal de un corazón ardiente de amor” (Santa Madre Teresa de Calcuta). En estos últimos días de la Cuaresma hay sentimientos encontrados, pues aunque nos dirigimos hacia los dolorosos episodios de la Pasión y Muerte de Jesucristo, también hay alegría al recordar su entrada festiva a Jerusalén; alegría que se verá colmada con su Resurrección. La entrada del Domingo de Ramos es una bella escena, dice el Papa Francisco, llena de luz —la luz del amor de Jesús, de su corazón—, de alegría, de paz, de fiesta. Es por el corazón ardiente de Jesús que nos llena de alegría, la alegría de ser amados.

En la Misa del Domingo de Ramos, se repite el gesto de agitar las palmas expresando la alegría de acompañar a Jesús, de sentirlo cercano, como un amigo y también como rey, es decir, como faro luminoso de nuestra vida.

2)  Para pensar

Una noticia sorprendió: Una joven, modelo, de las pasarelas decidió ingresar a un convento.

Joven y guapa, Patricia soñaba con llegar lejos, al teatro, aparecer en las revistas, ganar mucho dinero y ser alabada por el mundo. Vivía entre viajes, moda, sesiones fotográficas, modelar en pasarelas: “Desde muy pequeñita ya estaba acostumbrada a subirme al escenario. Todo aquello me fascinaba: las luces, aplausos, flashes, el teatro. En el escenario todo parecía funcionar bien, pero en verdad, tenía un gran vacío, estaba falta de sentido… Yo había idealizado el mundo bohemio, de personas “libres”, pero me iba absorbiendo y “deshumanizando” ya que, si quieres triunfar, has de pasar por encima de todo, incluso de valores fundamentales. Sólo importa la imagen que ofreces. El corazón, los sentimientos, todo queda anulado”, reveló Patricia.

Una amiga ingresó en un convento de clausura, y fue a visitarla. Una pregunta le surgió: “¿Quién está realmente prisionera, ellas o yo? Esas mujeres dentro de las rejas eran libres, felices y alegres”. Entonces se le abrieron los ojos: “Comprendí que sólo había alguien que podía llenar mi vida y todos mis anhelos de libertad: Dios”. Hoy Patricia es hermana de la orden de San Francisco y Santa Clara, y vive feliz en un pueblecito de Burgos. Confiesa: “Lo que puedo decir es que no vale la pena vivir llenando el corazón de sucedáneos. Todo se acaba. Lo único que permanece es el Amor de Cristo, que transforma y abre horizontes inmensos. Que no vale la pena ser conocido por los hombres si uno no se deja conocer por Dios. ¡Él es el único que no pasa!”

3)  Para vivir

La verdadera alegría no es algo que nace de tener tantas cosas, sino de haber encontrado a una persona: a Jesús. Nace de saber que, con él, nunca estamos solos, incluso en momentos difíciles. No podemos ser nunca hombres y mujeres tristes, ni desanimarnos: un cristiano jamás puede serlo, señala el Papa Francisco. Nosotros acompañamos a Jesús, pero sobre todo sabemos que él nos acompaña: en esto reside nuestra alegría, la esperanza que nos trae Jesús y que hemos de llevar al mundo.

La Virgen María nos enseña el gozo del encuentro con Cristo, el amor con el que debemos mirarlo al pie de la cruz, el entusiasmo del corazón joven con el que hemos de seguirlo en esta Semana Santa y durante toda nuestra vida.

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