1) Para saber
“Miramos una estrella por dos motivos, porque es luminosa y porque es impenetrable. Pero tenemos al lado un resplandor más dulce y un misterio mayor: la mujer” (Víctor Hugo en “Los miserables”). Ciertamente, pueden llamarnos la atención las maravillas de la creación, pero ninguna tan resplandeciente y misteriosa como la mujer. Aunque se podría extender a cualquier ser humano al ser creados a imagen de Dios mismo. El papa Francisco nos invita a resplandecer.
Ante un millón y medio de jóvenes reunidos en el Parque Tejo de Lisboa (Portugal), el papa Francisco concluyó la Jornada Mundial de la Juventud con la celebración de la Santa Misa de la Transfiguración. Y preguntó: “¿Qué nos llevamos? Resplandecer, escuchar y no tener miedo”. Así como los Apóstoles contemplaron el resplandor del Señor, hemos de dejarnos deslumbrar por la luz divina.
2) Para pensar
Hace 28 años Shelly Pennefather era una joven promesa del básquet. Estaba por firmar un contrato por 200 mil dólares anuales. Tenía una relación afectiva con un chico llamado Haisler. Pero la deslumbró el resplandor del Señor y decidió seguirlo en la vida de clausura.
Shelly, actualmente es la hermana Rose Marie y vive en el Monasterio de las Clarisas en Virginia, Estados Unidos. Su madre, que reunía a toda la familia para rezar el Rosario, va a la iglesia todas las mañanas; su padre fue quien le enseñó a jugar baloncesto. Su entrenador le compartió que también rezaba el Rosario de la Virgen María. De joven ganó varios premios: rompió el récord histórico al acumular 2.408 puntos en su universidad, marca que sigue vigente; ganó el Trofeo que se otorga a la mejor jugadora de baloncesto universitario femenino. Llegó a jugar en un equipo en Japón.
La hermana Rose Marie afirma que ama la vida que eligió: “Desearía que todos pudieran vivirlo un poco para verlo. Es tan tranquilo. Siento que no estoy subestimando la vida. La estoy viviendo al máximo”.
Sus compañeras de juego y el entrenador siguieron visitándola. Heisler también recibió el llamado de Dios y fue ordenado sacerdote. La hermana Rose Marie vive las reglas del monasterio, por ejemplo, duerme en colchones de paja, con hábito completo, y se levanta todas las noches a las 12:30 a. m. para orar.
Al celebrar los 25 años de su consagración, pudo abrazar a su familia. Estaba también el ahora padre Heisler. Se dieron un fraternal abrazo y la monja le dijo: “Tomamos la decisión correcta”, a lo que él respondió: “No me arrepiento”.
3) Para vivir
Hoy el mundo necesita de luz —comenta el Papa—, un destello de luz que sea esperanza para afrontar las oscuridades que nos asaltan, tantas derrotas cotidianas para afrontarlas con la luz de la resurrección de Jesús, porque Él es la luz que brilla aun en la noche. Nuestro Dios ilumina nuestra mirada, ilumina nuestro corazón, ilumina nuestra mente y nuestras ganas de hacer algo en la vida.
Pero no nos volvemos luminosos cuando nos ponemos debajo de los reflectores o mostramos una imagen perfecta, no, eso encandila. Si nos miramos a nosotros mismos, egoístas, la luz se apaga. Nos volvemos luminosos, cuando aprendemos a amar como Jesús. Sólo seremos luz con las obras de amor.
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