Vocación, llamado personal de Dios

Esta semana nos invitaron a mi esposo y a mí a dar nuestro testimonio de vocación al Matrimonio en el colegio y fue una experiencia genial.

Nuestro auditorio fueron los chicos de preparatoria y algunas licenciaturas y nos asombró que nos escucharon con atención.

También compartieron su testimonio vocacional dos seminaristas, una religiosa y un soltero.

Esto me hizo reflexionar que siempre es Dios quien siembra la vocación de forma particular, pero es en la familia donde se cultiva, es decir, donde se cuida y se hace crecer, nutriéndole para que dé fruto.

Es por esto que la familia debe ser un lugar seguro para cuidar la vocación de nuestros hijos y donde haya un ambiente adecuado, de apertura a lo que cada uno de ellos va descubriendo y apoyo para discernir si verdaderamente es la vocación a la cual Dios les va llamando.

Tanto los seminaristas como la religiosa expresaron que sus papás los apoyaban en sus decisiones y eso les ayudó a responder al llamado que sentían que Dios ponía en su corazón. Eso me hizo pensar que nosotros como papás tenemos un lugar importantísimo en este proceso porque somos los responsables de la formación de nuestros hijos y los guardianes de su alma, por eso debemos procurarles los medios adecuados para desarrollar al máximo las cualidades que Dios les ha dado y así descubrir el camino que Dios quiere que recorran, el que les lleva de forma más directa al cielo.

Por eso aquí te dejo mis 5Tips para ayudar a discernir su vocación a nuestros hijos.

PRIMERO. Que sepan cuales son los diferentes estados de vida.

En muchas ocasiones, nuestros hijos no tienen claridad de los diferentes estados de vida y solo estamos encasillados en uno en particular. Por esto es necesario que les demos a conocer todos para que tengan el panorama completo.

Ninguno es mejor que los otros, sino en función de cada uno de nosotros, de a lo que estamos llamados a ser.

Por eso es bueno que les pongamos en el panorama todos y que sepan que todos los pueden llevar a la felicidad, es decir, a la santificación.

Platicar con algunos seminaristas y sacerdotes, con religiosas o novicias, platicar con algunos solteros que por vocación han elegido este estado de vida y también con diferentes matrimonios les puede ayudar mucho para aclarar dudas y conocer lo que implica cada estado de vida.

SEGUNDO. Dales a conocer ejemplos de cada estado de vida.

Dependiendo de la edad de nuestros hijos podemos leerles vidas de santos o ponerles películas para que sea algo significativo y muy gráfico y puedan comprender y asimilar su vida.

De esta forma tendrán modelos a seguir de los diferentes estados de vida y será más fácil que los quieran imitar.

Hay niños que desde pequeños nos dicen que quieren ser sacerdotes o religiosas, hay otros que desde pequeños dicen que quieren ser mamá o papá, pero debemos tener en cuenta que la vocación es ese llamado que Dios nos hace y que nos lo va clarificando y que muchas veces los niños pequeños idealizan a algunas personas y quieren ser como ellos.

Es por eso que debemos ir cultivando la vocación de tal forma que se vaya clarificando y madurando hasta que estén en una edad adecuada para discernir sobre este tema.

Pero si les damos ejemplos de personas que llegaron a ser santos en los diferentes estados de vida, será más fácil que nuestros hijos comprendan que cualquier vocación nos puede llevar al cielo.

Pero sobre todo nuestro testimonio será crucial para nuestros hijos.

TERCERO. Que tengan la apertura de contarte sus sueños o intereses.

Si de pronto nuestros hijos nos buscan para decirnos que de grandes quieren ser bomberos, doctores, abogados, sacerdotes, papás o mamás, etc y nosotros nos burlamos de ellos y hacemos bromas de esto, es seguro que no volverán a platicarnos sobre esto.

El problema viene cuando estén ya en edad de tomar decisiones y no habrán tenido oportunidad de investigar, preguntar o acercarse a personas que les puede solucionar sus dudas de forma práctica.

Es necesario que nosotros le demos la importancia que este tema tiene y les prestemos toda la atención posible, procurándoles lo necesario para conocer más sobre el tema y sobre la vocación de la que nos están hablando.

CUARTO. Discierne con ellos.

Es importante que les enseñemos no solo a escoger entre el bien y el mal, sino a discernir de entre dos bienes el mayor.

La vocación es algo trascendente que no se debe tomar a la ligera.

Y cuando se discierne algo, es necesario tomar las acciones adecuadas para apoyar, desarrollar y complementar esta vocación.

Esto no quiere decir que ya sea definitivo, lo que quiere decir es que debemos darles la oportunidad de probar mientras sea posible, de tal forma que, cuando se encuentren en un punto donde ya deben tomar las decisiones definitivas, puedan hacerlo con experiencia y con razones probadas.

A discernir se aprende discerniendo por lo que hay que procurar hacerlo en cualquier oportunidad que se nos presente, en las cosas de la vida cotidiana, así será para ellos lo más natural.

Y QUINTO. Busca siempre su felicidad.

Nunca debemos perder de vista que lo más importante en este tema, es que nuestros hijos sean felices, que se desarrollen lo más integralmente posible y que aprendan a hacer la voluntad de Dios y responder al llamado que Dios les hace, escogiendo el estado de vida correcto.

Y sin olvidar que cuando uno hace lo correcto nos inunda una inmensa alegría y felicidad que podemos compartir con los demás.

Así que estemos dispuestos a apoyar a nuestros hijos en sus sueños, con los pies en la tierra y la mirada en el cielo, tratando de ser un timón en la vida de nuestros hijos, hasta que llegue el tiempo de que ellos se hagan responsables del rumbo que tomará su vida.

Y esto se logra buscando siempre su felicidad y haciendo mucha oración para que sea Dios quien les vaya guiando y nosotros, sólo instrumentos suyos para apoyar a nuestros hijos.

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