ROMA.- La canonización no es una premio a los súper héroes, responde Marco Roncalli, cuando le preguntan si la canonización con Juan Pablo II le resta luz a la de Juan XXIII.
Y es que Roncalli, además de experto en historia de la Iglesia Católica, es sobrino-nieto y principal biógrafo de Angelo Giuseppe Roncalli, a la postre Juan XXIII.
El historiador acaba de publicar "Papa Giovanni. Il Santo", en el que ante todo agradece al Papa Francisco acelerar el proceso de canonización, pero entre los reflectores no puede evitar la pregunta obligada.
-¿Juan Pablo II le quita luz a la canonización de Juan XXIII?
-Una canonización no es una premiación a los súper héroes. El ser un santo es una provocación que nos interpela. Juan Pablo II se sentía hijo de Juan XXIII. Ustedes pueden pensar lo que quieran, pero esa es mi opinión. No se olviden que el gran hecho de Juan XXIII fue abrir el Concilio Vaticano II.
El sobrino-nieto del “Papa bueno” rechaza "caminos preferenciales" para la canonización. “Se necesitaba del Papa Francisco para ello, y no es una casualidad”, explica Roncalli, ya que el Pontífice argentino decidió el pasado mes de julio elevar a los altares a Juan XXIII sin necesidad de un milagro.
Señala que en su libro explica cómo “el cardenal Angelo Amato, prefecto de la Congregación de la Causa de los Santos, ya habló de que no se trataba de una exención del milagro, sino del deseo del Papa Francisco de reducir el tiempo para dar a toda la Iglesia la oportunidad de celebrar al mismo tiempo la canonización de Juan XXIII, iniciador del Concilio Vaticano II, y Juan Pablo II, “el ejecutor de los documentos pastorales, espirituales y doctrinales de este Concilio”.
Para Roncalli, la ceremonia del domingo en El Vaticano representará la voluntad del Papa Francisco de “reafirmar el Concilio Vaticano II, de relanzarlo y alejarlo de ciertas dialécticas que lo habían confinado o congelado un poco y de hacer volver a insuflar el aire de la primavera conciliar”.
Durante la reunión con la prensa internacional, previa a la canonización, Marco Roncalli comenta que la vida de Juan XXIII como nuncio (de la que pocos saben), fue difícil, ya que, por ejemplo, en Bulgaria afrontó al mundo ortodoxo; en Turquía, el islámico; y en Francia, el movimiento teológico.
“Su visión diplomática era más pastoral. Él creía que la diplomacia del Vaticano no debería ser como las de los otros países, a él le gustaba conocer a la gente, caminar; él tenía las puertas abiertas de su oficina y lo veíamos entre la gente más sencilla de las parroquias”, argumenta.
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