1) Para saber
“Es muy fácil amar a la gente en lo abstracto; el verdadero problema surge en lo concreto. Y recuérdalo, si no amas a los seres humanos concretos, reales, todo tu amor por los árboles y los pájaros es falso, pura habladuría” (Osho). En el caso del amor a Dios, también ha de ser concreto, sabiendo que es Alguien. No por ser invisible deja de ser Alguien real. Está el peligro de considerar a Dios como alguien ambiguo, nebuloso o incluso como algo, como algunos que lo suponen como una energía. Pero no, Dios es personal, es más, son tres divinas Personas.
El papa Francisco, en su escrito sobre Santa Teresita, explica que ella tenía la certeza de que Jesús la amaba y conocía personalmente. Se aplicaba a ella las palabras de san Pablo: «Me amó y se entregó por mí» (Gal 2,20), y escribía la santa: «Yo pienso que el corazón de mi Esposo es sólo para mí, como el mío es sólo para él, y por eso le hablo en la soledad de este delicioso corazón a corazón, a la espera de llegar a contemplarlo un día cara a cara».
2) Para pensar
Es el amor personal lo que lleva a tantas almas a entregarse al Señor. Como el caso de una duquesa de Rusia, nieta de la reina Victoria, que dejó sus comodidades de princesa para servir a los enfermos y a los pobres y entregó su vida como mártir por su fe. Se trata de Elizabeth Romanova. Era pariente de Santa Isabel de Hungría, de la cual tomó su nombre.
Elizabeth se casó en 1884 con Sergei Romanov, de la familia Imperial. Al visitar Jerusalén y los Lugares Santos, profundizó en la fe y la oración. Era luterana, pero sintió el llamado de Dios a convertirse a la fe ortodoxa. Su esposo fue asesinado por un revolucionario. Éste fue herido y apresado. Elizabeth lo visitó a su celda, e invitó a arrepentirse, entregándole una medalla religiosa. El asesino la tuvo hasta su ejecución.
Ella, ya viuda, dejó todas sus joyas, galas, salas de baile y entró a un monasterio para atender a los enfermos y a los pobres. Cuando Moscú cayó en la anarquía llegaron al convento y fue secuestrada por la policía secreta. Fue llevada a una mina inundada donde fue ejecutada. Antes de morir rezó por sus verdugos.
Podemos pensar si fomentamos el trato personal con Dios que nos lleve a entregarnos a Él.
3) Para vivir
Muy distinto será leer el Evangelio como un suceso solamente histórico, que leerlo sabiéndonos involucrados. Dice el papa Francisco que santa Teresita nos da una clave para leerlo: tener la certeza de ser amada por Jesús y saberse, a la vez, amada por Él. No como algo pasado, sino presente. Con ese amor comprendía los misterios de la vida de Cristo, sintiéndose protagonista. Se sentía habitando con la Virgen María y José, con María Magdalena y los Apóstoles. Así llegó a penetrar en las profundidades del amor del Corazón de Jesús.
Por ejemplo, cuando Magdalena riega con sus lágrimas los pies de Jesús, comprende que el corazón misericordioso de Jesús no sólo está dispuesto a perdonarla, sino incluso «a prodigarle los favores de su intimidad divina y a elevarla hasta las cumbres más altas de la contemplación». Si procuramos vivir conscientes de ser amados así por Jesús, la vida nunca desesperará, sino que la carga será ligera, como señaló Jesús.
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