La Declaración “Fiducia supplicans”: bella motivación papal rodeada de estrépito innecesario

El papa Francisco, una vez más, volvió a levantar polvareda con otro documento relativo a las “parejas irregulares” -divorciados vueltos casar- y a las parejas del mismo sexo. El título de dicho documento es “Fiducia supplicans”, confianza suplicante. El Santo Padre parece especializarse -no sé si él encuentra algún gusto en ello- en sacudir las mentes y los corazones de su grey, y de gran parte del mundo, cada vez que habla respecto a este tema. El Señor Jesús también provocó varios tsunamis en la fe de sus seguidores en su tiempo, basta recordar el famoso discurso acerca de comer su cuerpo y beber su sangre. La diferencia que yo veo entre los dos es que Jesús hizo lo que hizo de manera planeada, y yo no percibo una estrategia clara en estos alborotos provocados por el papa argentino. ¿Cuál es la finalidad de forzar abruptamente a los obispos – y a los sacerdotes y a los fieles- del mundo a rascarse la cabeza incrédulamente y preguntarse qué busca el papa con todo esto? Nadie sabía que estaba por salir un nuevo documento del Vaticano sobre un tema tan debatido y tan propenso a causar divisiones. ¿Por qué no consultaron discretamente Francisco y sus colaboradores cercanos a los obispos antes de publicar el documento y anunciar al mundo su publicación? ¿Dónde quedó la tan anunciada sinodalidad? El mensaje del documento concierne primariamente a obispos y sacerdotes. ¿Para qué se dio entonces a conocer al mundo entero?

Por otro lado, el documento no dice nada nuevo, aunque los medios informativos hayan declarado ruidosamente que se trata de un parteaguas en la enseñanza católica respecto al matrimonio y a las parejas de personas del mismo sexo. Lo único que hace la declaración vaticana, en realidad, es motivar a los sacerdotes a acoger a las parejas que, angustiados por su situación irregular, buscan confiadas la misericordia de Dios a través de la Iglesia.

Esto es un aspecto hermoso y rico en significado. El papa acude a textos bíblicos y a las tradiciones cristianas para explicar el sentido de toda bendición. En el caso de las bendiciones a las parejas irregulares, estas bendiciones se sitúan en el ámbito de la misericordia que Dios muestra a la humanidad a través de la Iglesia. Esta misericordia, afirma el papa, puede ser mostrada a estas personas a través de un encuentro personal, cercano, con un sacerdote, en el que este les imparta una bendición, sencilla, espontánea, a través de la cual se implore la gracia divina para que la pareja haga frente a su situación y busque una solución acorde a la voluntad de Dios. Tal bendición no significa, por tanto, que la Iglesia esté de acuerdo con la situación moral de la pareja. De hecho, “Fiducia supplicans” insiste en que tales bendiciones, además de no cambiar en nada la doctrina de la Iglesia acerca del matrimonio, deben ser claramente ajenas y mantenidas alejadas de cualquier acto litúrgico. El sacerdote que las imparta no puede vestir ornamentos litúrgicos, ni impartirlas durante la celebración de ningún acto litúrgico, ni habrá nunca un ritual oficial de la Iglesia para esas bendiciones. Son actos personales, sencillos, espontáneos, de los sacerdotes hacia las parejas que sufren por su situación.

Es necesario que el papa Francisco preste atención a las formas de comunicar sus enseñanzas, por más hermosas e importantes que estas sean.

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