1) Para saber
“Concédeme, Señor, una buena digestión, y también algo que digerir”, así rezaba santo Tomás Moro, con su peculiar buen humor. Fue un hombre que nunca perdió la alegría. Quien fuera Lord Canciller del rey Enrique VIII de Inglaterra, cuando se trató de ser fiel a Cristo y a la Iglesia, se mantuvo firme, aunque ello le acarreó la muerte. Pero incluso en los momentos trágicos de su ejecución, al poner su cabeza para ser decapitado, tuvo el humor de decirle al verdugo que le permitiera recoger su barba, pues ella no era culpable y no se la fuera a cortar.
Por ello el papa Francisco recomendó, como él lo hace cada mañana desde hace más de 40 años, pedirle a Dios con palabras de Santo Tomás Moro: “Dame, Señor, el sentido del humor”, la gracia para tomarse las cosas con buen humor.
Hace días, el 14 de junio, el papa Francisco recibió a más de 100 comediantes, humoristas y cómicos de todo el mundo, a quienes recordó que, “cuando consiguen hacer brotar sonrisas inteligentes de los labios de un solo espectador, hacen sonreír también a Dios”.
2) Para pensar
Los santos nos enseñan con su vida a no perder la alegría y el buen humor a pesar de las circunstancias adversas. Otro Tomás, pero mexicano, también se caracterizó por su buen humor. Es Santo Tomás de la Mora que fue mártir de Colima en la guerra cristera. Cuando lo llevaban para colgarlo, lo custodiaban varios soldados a quienes les dijo: “¿Y por qué van tan serios?, ¡ni que me fuera a morir!”.
Su verdugo le gritó: “¡Tú no sabes lo que es la muerte!”. A lo que le contestó Tomás: “Pues usted tampoco, estamos igual, porque nunca se ha muerto”. Y al ponerse la cuerda en la garganta para ahorcarlo les dijo: “No sé cómo hacerlo, ¡es la primera vez que me ahorcan!”.
Humanamente no se entiende esa fortaleza, ánimo y buen humor. Sólo se explica porque estaban muy unidos a Dios y abandonados completamente en sus manos. Fundamentaban su alegría en la certeza del amor infinito que Dios nos tiene. Un ejemplo, para cuando dramatizamos por cosas muy pequeñas.
3) Para vivir
La risa también ayuda a romper las barreras sociales, a crear vínculos entre las personas, decía el papa Francisco, pues la virtud de la alegría permite compartir y es el mejor antídoto contra el egoísmo y el individualismo. “Los comediantes tienen y cultivan el don de hacer reír…, en medio de tantas noticias pesimistas, ustedes tienen el poder de difundir serenidad y sonrisas”, señaló. Les agradeció que nos recuerden que el hombre no sólo es “homo sapiens”, sino también “homo ludens”, pues la diversión lúdica y la risa son fundamentales en la vida humana. Nos ayuda a tomarnos la vida con humor.
El papa Francisco los bendijo y les pidió que rezaran por él… pero ¡a favor, no en contra! Y quiso que se rezara la oración de Santo Tomás Moro: «Concédeme la salud del cuerpo, con el buen humor necesario para mantenerla… Concédeme un alma que no conozca el aburrimiento, las murmuraciones, los suspiros y los lamentos y no permitas que sufra excesivamente por esa cosa tan dominante que se llama “yo”. Dame, Señor, el sentido del humor. Concédeme la gracia de comprender las bromas, para que conozca en la vida un poco de alegría y pueda comunicársela a los demás. Así sea».
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