El Nuncio Apostólico en México, Christophe Pierre, acompañado del presidente de la Conferencia del Episcopado Mexicano, cardenal Francisco Robles Ortega, y el secretario general de ese organismo eclesial, Eugenio Lira Rugarcía, así como de otros integrantes del consejo de la CEM y de diversos obispos, encabezó este domingo en la Basílica de Guadalupe la celebración eucarística de acción de gracias por las canonizaciones de los Papas Juan XXIII y Juan Pablo II.
Poco antes de la ceremonia religiosa, se realizó la develación de una placa en la estatua de Juan Pablo II en la plazoleta dedicada al “Papa viajero” que se erige justo a un costado del templo guadalupano.
Al concluir la misa, en la cual también estuvieron presentes integrantes del cabildo guadalupano, encabezados por el rector de la Basílica, Enrique Glennie, se trasladó una efigie de cera de San Juan Pablo II con una reliquia de primer grado, desde el altar mayor de la Basílica hacia el columbario de la Plaza Mariana, en donde permanecerá. También se llevó una reliquia de San Juan XXIII, consistente en un trozo de su sotana.
En su homilía, el enviado del Vaticano pidió paz y bendiciones para el mundo, particularmente para México, como parte de las plegarias ofrecidas a los nuevos Papas canonizados este domingo en la Plaza de San Pedro. “A ellos les pedimos nos obtengan de Dios abundantes bendiciones, a cada uno de nosotros, al mundo entero y, particularmente, a esta amada tierra mexicana”, señaló.
El Nuncio Apostólico se dirigió a cientos de feligreses que llenaron la Basílica de Guadalupe durante la ceremonia eucarística de Acción de Gracias por la canonización de los Papas Juan Pablo II y Juan XXIII.
En su sermón, recordó a todos los presentes, incluyendo obispos y canónigos que lo rodearon, el acercamiento particular que tuvo el Papa Karol Wojtyla con México. “¡Qué privilegio hemos tenido nosotros, hombres y mujeres de México, al haber tenido la oportunidad de ver y aprender, en Juan Pablo II, cómo se cree y cómo se ama verdaderamente”, subrayó.
Es de señalar que a la mayoría de feligreses se les entregó una bandera blanca y amarilla, la de la Santa Sede, y después de la misa se repitió en coro la histórica frase de “¡Juan Pablo, segundo, te quiere todo el mundo!”.
Posteriormente, el representante diplomático de la Santa Sede en nuestro país develó en la estatua de San Juan Pablo II una placa con motivo de su canonización. En la lámina se escribió la frase que el mismo Papa acuñó durante su primera visita a México en 1979, desde el mismo recinto: "México, siempre fiel".
Al término de la misa de acción de gracias, trasladaron la reliquia de primer grado del Papa Juan Pablo II de la nave central del templo guadalupano al columbario de la Plaza Mariana, donde permanecerá.
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