El Espíritu Santo y la Iglesia (12). Clark Kent a nuestro lado

1)  Para saber

Se ha dicho que “si sólo oras cuando estás en problemas… estás en problemas”. El trato con Dios no se ha de limitar a pedirle ayuda. Si pensamos que fuimos creados para entrar en una unión muy íntima con Dios, no debería ser algo extraordinario o raro que nos dirijamos a Él desde esta vida terrenal. El Papa Francisco reflexionó sobre cómo actúa en la oración el Espíritu Santo, pues a Él nos dirigimos y, a la vez, Él nos ayuda para rezar como hijos de Dios: a la vez que oramos para recibir al Espíritu Santo, recibimos al Espíritu Santo para poder orar como hijos de Dios, no como esclavos. Y como somos hijos de Dios, somos libres. Por ello también hemos de rezar siempre con libertad, sin sentirnos obligados, ha de ser una oración libre.

2)  Para pensar

Puede suceder que nos podamos sentir inconformes con nuestra oración, porque nos distraemos o incluso que nos llegáramos a dormir. Pero Santa Teresita del Niño Jesús nos comparte su experiencia y cómo sus imperfecciones no lograban quitarle la paz: «Es verdad que estoy muy lejos de ser Santa y esta disposición de mi ánimo es prueba de ello. No debería regocijarme de mi sequedad, sino atribuirla a mi poco fervor y fidelidad; debería andar desolada de que me duerma muy a menudo durante mis oraciones y acciones de gracias. ¡A pesar de ello, no me aflijo! Pienso que los niñitos agradan a sus madres lo mismo durmiendo que despiertos; pienso que los médicos adormecen a sus enfermos para hacerles las operaciones; pienso, en fin, que el “Señor ve nuestra fragilidad y se acuerda de que no somos más que polvo”≫.

San Pablo escribe que no sabemos cómo pedir para orar como conviene, pero que el Espíritu intercede por nosotros. El Papa Francisco recuerda que en el pasado se expresaba un dicho: “Mali, mala, male petimus”, que significa: siendo malos (mali), pedimos cosas equivocadas (mala) y de la manera equivocada (male). Por ello, el Espíritu Santo viene en nuestro auxilio y “perfecciona” nuestra oración. Pensemos si oramos frecuentemente por los demás.

3)  Para vivir

A veces se podría pensar que al rezar es como estar de un lado del celular y del otro lado está Dios, pero es algo más profundo, pues cada vez que rezamos ya Dios está en nosotros y reza en nosotros. Dice el Papa Francisco que rezar es ponernos dentro de Dios y que Dios entre en nosotros.

Además de que el Espíritu Santo intercede por nosotros, nos enseña a interceder por los demás: nos enseña a rezar por esta persona, rezar por aquel enfermo, por el que está en la cárcel, rezar…; rezar también por la suegra… Esta oración es especialmente agradable a Dios, porque es la más gratuita y desinteresada. Cuando rezamos por los demás y los demás rezan por nosotros, la oración se multiplica. El Papa Francisco nos invita a rezar con el corazón y no sólo con los labios, como hacen los loros.

Decía un autor, John Piper, que “un cristiano que no ora es como un conductor de autobús que trata de empujar solo su autobús para sacarlo de un bache, porque no sabe que Clark Kent está a su lado”.

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