El pasado 24 de enero se publicó el Mensaje del Papa Francisco para la XLVIII Jornada Mundial de las Comunicaciones Sociales a celebrarse el domingo 1º de junio.
El Papa enfocó su reflexión en la afirmación de que la comunicación debe estar al servicio de una “cultura del encuentro”.
Destaca el desarrollo de las tecnologías y su carácter globalizante. Enfatiza la importancia de la comunicación para el mutuo conocimiento, una mejor comprensión y respeto mutuo a través del diálogo; lo que nos obliga a estar dispuestos no sólo a dar, sino también a recibir. Afirma que Internet es un don de Dios, pero advierte de los peligros de la comunicación digital: la velocidad de las comunicaciones digitales impide la reflexión y la ponderación de los mensajes; la pluralidad de opiniones se presta a interpretaciones subjetivas que responden a intereses políticos o económicos; hay el riesgo de que muchos queden excluidos.
Abrir las puertas a la comunicación digital es hacer posible que el Evangelio pueda salir al encuentro de todos y responder a la vocación misionera de la Iglesia. Debemos dialogar convencidos de que el otro tiene algo bueno que decir. No significa renunciar a las propias convicciones, sino a la pretensión de que sean únicas y absolutas. No tengamos miedo de hacernos ciudadanos del mundo digital.
Creciente interés de la opinión pública por la Iglesia católica y los temas religiosos y morales
Se podría decir que el gesto profético del Papa Benedicto XVI –su renuncia– marcó, por su impacto mediático en la opinión pública, ese creciente interés por conocer y entender mejor los acontecimientos al interior de la Iglesia. Esto mismo se vio reforzado por los diversos escándalos en torno a la Iglesia católica. El Cónclave y la elección del Papa Francisco despertó un nuevo interés sobre la vida interna de la Iglesia.
El 11 de febrero de 2013, sin que nadie lo hubiera imaginado, Benedicto XVI anunciaba su renuncia, provocando el estupor del mundo. Era un lunes hacia el mediodía, al final de un Consistorio Público Ordinario al que habían sido convocados cardenales y curiales. Leyendo en latín el texto de su declaración, explicaba las razones de su renuncia y fijaba el 28 de febrero a las 5 de la tarde como la fecha y hora en que habría de dejar de ejercer el ministerio petrino. Esta noticia cayó como un balde de agua fría e inmediatamente dio la vuelta al mundo.
A partir de ese momento la atención de los medios estuvo centrada en el sucesivo Cónclave en el que fue electo el cardenal Bergoglio. En opinión de algunos periodistas corresponsales que cubren las fuentes del Vaticano, esta noticia da origen a ese creciente interés de la opinión pública por la Iglesia católica. Los escándalos por los casos conocidos y publicados de pederastia del clero, el manejo de los asuntos económicos por parte del IOR, considerado el Banco del Vaticano, y el así llamado Vatileaks, contribuyeron a la exigencia de una información más transparente por parte del Vaticano.
Una consecuencia de todo esto ha sido el cambio en torno al interés de los medios sobre la Iglesia. Se puede decir que de una actitud laicista y anticlerical con la que los medios abordaban la información sobre la Iglesia, ha habido un cambio que no sólo se explica por el carisma personal del Papa Bergoglio, sino que es un hecho providencial. Dios tiene sus caminos y su momento de gracia para la Iglesia. La frescura del Papa Francisco –se ha dicho– no se explica nada más como el carisma personal de Bergoglio, sino como un momento de gracia que Dios dispone para su Iglesia.
La conclusión de este análisis es que ese hecho histórico está cambiando la imagen del ejercicio de la autoridad en la Iglesia.
Benedicto XVI, con gran humildad y valentía, reconoció sus limitaciones por razones de edad y de salud, que lo llevaron por amor a la Iglesia a tomar la decisión de renunciar, e hizo ver que, sin estar apegado al poder, anteponía el bien de la Iglesia sobre cualquier otra consideración; apoyado en su fe, tuvo la convicción de que la barca de la Iglesia es conducida por Cristo y no por el hombre que lo representa. Haber hablado con la verdad ha devuelto credibilidad a la Iglesia y la gente vuelve a tener confianza en ella.
Benedicto XVI pasará a la historia por su brillante inteligencia y cultura, su capacidad para discernir los problemas de la época, su magisterio doctrinal tan rico y profundo, sus esfuerzos por lograr la purificación de la Iglesia, los esfuerzos por lograr la comunión católica de los anglicanos, la relación entre fe y razón. Sin embargo, el Papa Ratzinger, a pesar de su fuerte personalidad, no fue una figura mediática; por el contrario, recibió muchas críticas, ataques y algunos de sus discursos provocaron muchas controversias. Por eso es notable el cambio con la figura del Papa Francisco.
Popularidad del Papa Francisco. ¿Cuál es “el secreto” de su éxito mediático?
Federico Lombardi S.J., portavoz del Vaticano, refiriéndose a este cambio, declaró que la popularidad del Papa no responde a ninguna nueva estrategia de comunicación por parte de la oficina de Información del Vaticano (Sala de Prensa).
El Papa Francisco ha mantenido una continuidad no sólo doctrinal, sino también en algunos actos de gobierno en relación a su predecesor y hay mucha afinidad de pensamiento entre los dos, aunque hay quienes quieren contraponer su magisterio, ya sea en cuanto a contenidos doctrinales, estrategias pastorales o esquemas culturales, exagerando los contrastes.
Es natural que se establezcan comparaciones entre los dos Papas, el Emérito y el actual. La opinión de los analistas es que nada substancial ha cambiado. Lo que ha cambiado es sólo el estilo de gobierno, la personalidad, el carácter, la sensibilidad de la persona, la manera de ser Papa, los acentos en la predicación. Pero en el fondo lo que no puede cambiar son las verdades de la fe, las enseñanzas de Cristo, su Evangelio, la misión y el encargo que recibieron de Cristo, Pedro y sus sucesores.
El Papa Francisco quiere darle a su mensaje un enfoque positivo: hablar del amor de Dios, de la misericordia, del perdón; busca dirigirse también a los alejados, a los no creyentes; intenta establecer un diálogo constructivo con todos y exhorta a todos los cristianos a salir al encuentro de los alejados, a que cada uno en su papel contribuya a que la Buena Nueva sea anunciada en todos los ambientes, incluso en los más hostiles o fuera de la Iglesia, para que el mensaje pueda llegar a las periferias hasta alcanzar a los más débiles y más pobres de esperanza. No quiere una Iglesia “autoreferencial”.
Es bien conocida su insistencia sobre la atención a los pobres, a ir a las “periferias” a solidarizarse con los más necesitados (Doctrina Social de la Iglesia). Claramente ha dicho que no va a estar hablando siempre de los temas ligados al aborto, el matrimonio homosexual o el uso de anticonceptivos. Las expectativas, por consiguiente, de cambios doctrinales o enseñanzas morales (aborto, contracepción, matrimonios entre personas del mismo sexo y sacerdocio de la mujer), resultan falsas. En sustancia, Francisco está enseñando lo mismo.
Ratzinger ha sido muy cuidadoso en no intervenir para nada en el gobierno de la Iglesia y de respaldar en todo al Papa actual. Es muy significativa en este sentido la afinidad de los dos Papas. A propósito, traigo a cita alguna expresión de Benedicto que ha dicho: “Mi única y última tarea es la de sostener con la oración el pontificado de Francisco” (carta al teólogo Hans Küng).
Por otra parte, Francisco no es un intelectual, no habla muchos idiomas, prefiere hablar en italiano o español, con muchas expresiones típicas de su país de origen. Es un hombre práctico, de acción, de gestos y actitudes expresivas; su discurso no es una lección doctrinal; utiliza un lenguaje sencillo, claro, directo, coloquial, al alcance de toda clase de personas, con constantes alusiones a circunstancias y hechos concretos de la vida diaria para hacerse entender, sin dejar por eso de ser profundo. Su pedagogía es muy catequética; en las Audiencias públicas le gusta dialogar con su auditorio. Tal vez sean estas las razones por las que en los pocos meses de su pontificado ha acaparado la atención de los medios.
Ahora las revistas más conocidas están publicando su imagen siempre sonriente en sus portadas. Primero la Revista Time que lo eligió como el personaje del año (2013); la más reciente en Rolling Stone (revista asociada al rock), que cita la canción de Bob Dylan: “Los tiempos están cambiando”. Y algunas otras publicaciones de prestigio, como la revista estadounidense de negocios Fortune, también hacen eco del impacto y la influencia del Papa Francisco a nivel mundial1.
Es interesante conocer las razones que se han dado en esas revistas para poner al Papa en sus portadas. La directora editorial de Time (Nancy Gibbs) explicó: “Rara vez un nuevo actor ha capturado tan rápido tanta atención de jóvenes y viejos, de fieles y descreídos, como el Papa Francisco. En sus 9 meses en el cargo se ha colocado en el centro mismo de los debates centrales de nuestra época: sobre riqueza y pobreza, equidad y justicia, transparencia, modernidad, globalización, el papel de las mujeres, la naturaleza del matrimonio, las tentaciones del poder…” Y Mark Binelli, editor de Rolling Stone, define a Francisco como “un hombre cuya evidente humildad, empatía y sobre todo la atención por los desprendidos económicamente, se ha llegado a sentir como alguien perfectamente adaptado a nuestros tiempos”.
Igualmente en las redes sociales el Papa Francisco está teniendo una gran presencia. De acuerdo a un informe titulado “La Red ama al Papa Francisco”, realizado entre marzo y noviembre de 2013, las búsquedas mensuales en Google colocan al Papa Francisco en el primer lugar (1 millón 737 mil 300), y lo señalan como el personaje más mencionado (más de 49 millones), superando incluso a Barack Obama, Vladimir Putin y Ángela Merkel, según se publica en la Agencia Zenit. Todo ello es un signo de que el Papa Francisco está atrayendo la atención de los medios de comunicación.
El Papa está recurriendo a diferentes formas de comunicación: las homilías diarias en Santa Marta, las catequesis en las Audiencias Públicas, sus Mensajes, entrevistas, cartas públicas dirigidas a algunos personajes, llamadas telefónicas que él hace personalmente y que se divulgan, los twits que diariamente envía y que en buena parte redacta personalmente.
Recordando el adagio de que “una imagen dice más que mil palabras”, hemos de valorar sus gestos y los signos que ha venido dando en diferentes ocasiones y que se han hecho públicos en periódicos y boletines informativos en televisión.
Características de la comunicación del Papa Francisco
Resumiendo, podríamos decir que la comunicación que el Papa Francisco está estableciendo con la Iglesia y el mundo se caracteriza por los siguientes rasgos:
a) sus palabras ponen énfasis en lo esencial de la fe cristiana: el amor, la misericordia, la belleza, la verdad, la justicia y la paz; su mensaje está siempre centrado en Cristo;
b) exhorta a todos los cristianos a salir al encuentro de los alejados y los motiva a que, cada uno en su papel, contribuya a que la Buena Nueva sea anunciada en todos los ambientes, incluso en los más hostiles o fuera de la Iglesia. Motiva para que el mensaje evangélico pueda llegar a las periferias, a los más débiles y más pobres de esperanza. Insiste en rechazar “una Iglesia encerrada en sí misma”;
c) manifiesta siempre cercanía, solidaridad con los que sufren y una gran sensibilidad hacia los pobres;
d) en sus entrevistas no rehúye los temas delicados y polémicos; con gran claridad discierne y distingue lo que es la doctrina tradicional de la Iglesia, de lo que son las formas culturales, o los usos y costumbres clericales; de esa manera pone en claro lo esencial de la fe. Al mismo tiempo que manifiesta con claridad su adhesión al Magisterio tradicional de la Iglesia, expresa su convicción de que no debe estar obsesionado por los temas morales.
Sus discursos y ciertas expresiones particulares se seguirán prestando a distorsiones e interpretaciones desviadas. Pero Francisco no tiene temor porque es un hombre de fe y oración que confía en el poder de la Palabra de Dios y en la confianza de anunciar con alegría la Buena Nueva del Evangelio. Sin duda, es muy conveniente leer con detenimiento su Exhortación Apostólica “La Alegría de anunciar el Evangelio” (Evangelii Gaudium).
Anexo
Importancia y necesidad de la comunicación
― Los seres humanos estamos constituidos de espíritu y materia, de un cuerpo que nos pone en contacto con el mundo exterior y de un alma que es el principio vital de nuestro ser. Tenemos una interioridad.
Nuestro espíritu nos capacita para pensar, querer y sentir. Pero no somos una isla, no podemos subsistir solos, aislados, bastarnos cada uno a nosotros mismos. El ser humano no está hecho para vivir en soledad. Estamos hechos para vivir “en relación”. De aquí nace la necesidad del lenguaje, la necesidad de la comunicación humana. El hombre expresa sus ideas y sentimientos a través de signos. La palabra, oral o escrita, es la expresión de la persona y hace posibles las relaciones humanas.
― El ser humano nace, por necesidad natural, ubicado en una familia y en una sociedad civil determinada. De hecho, desde que nacemos, nos hallamos en el seno de la sociedad en la cual nos relacionamos de modo concreto con la realidad. La comunidad es el espacio donde puede sobrevivir el hombre en cuanto hombre; somos esencialmente comunicativos, como lo demuestra el hecho del lenguaje.
― Además, no sólo necesitamos recibir de los demás, sino también dar, comunicar, compartir. Nuestra condición humana nos hace naturalmente sociables, nacidos para la convivencia. Sentimos la necesidad de relacionarnos con los demás y mantener relaciones interpersonales. Estas relaciones son siempre de mutua dependencia.
― La comunicación humana ha venido evolucionando desde sus formas más primitivas hasta los actuales adelantos tecnológicos. No hace falta describir las diferentes formas o instrumentos de que se ha valido la humanidad a lo largo de los siglos. Nos interesa referirnos a la época actual en la que nos encontramos y en la que la comunicación se hace a través de los así llamados medios de comunicación social (mcs): prensa, radio, televisión, Internet, redes sociales, etc… Nos interesa también tener presente la intención o finalidad que se busca en la comunicación: informar, enseñar, educar, formar opinión pública, crear imagen, hacer publicidad, según los intereses económicos, políticos o sociales. En el caso de la Iglesia, la principal finalidad es trasmitir el anuncio del Evangelio de Jesús, “evangelizar”, que es su misión esencial.
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[1] El pasado 21 de marzo la revista estadounidense de negocios Fortune afirmó que el Papa Francisco es “el hombre más influyente del mundo”, colocándose en el primer lugar de una lista de 50 nombres.
Obispo Auxiliar Emérito, Arquidiócesis de México
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