Iglesia acogedora, pero clara

¡Vaya interés que despertó el recién finalizado Sínodo sobre la familia! Para renovarse es necesario volver a la raíz, a nuestros orígenes, pues sólo desde ahí podemos comprender quiénes somos, cuál es nuestra misión y hacia dónde vamos. Eso nos recordaron desde Roma.

Además, es bueno saber que el Sínodo nos mostró, sobre todo, un conjunto de inquietudes que aún no llegan a su conclusión. Habrá que esperar varios meses para saberlo.

Sin embargo, para lo que no hay que esperar es para conocer la principal inquietud del Papa y de los obispos a lo largo de estas reuniones: recordarle al mundo (y sobre todo a los creyentes) que la Iglesia es acogedora para todos. ¡Qué nadie se sienta menos, ni rechazado ni discriminado!… pero a su vez, reafirmaron los padres sinodales, la Iglesia también debe ser muy clara con respecto al mensaje de Jesucristo. Y es por eso que quiere evitar confusiones, vacilaciones y eufemismos en el lenguaje.

Tan es así, que unos días antes de concluir este Sínodo se presentaron las relaciones de los llamados diez círculos menores, con su evaluación de la “Relatio post disceptationem” (Relación después de la discusión, RPD), así como varias sugerencias para ser incluidas en el documento definitivo y conclusivo del Sínodo Extraordinario de la Familia.

Le doy a usted algunas de estas sugerencias:

Matrimonios bien avenidos: la RPD se concentra en las preocupaciones de las familias en crisis que no conocen el Evangelio de la Familia. En el hecho de que el matrimonio como sacramento, unión indisoluble entre el hombre y la mujer, es un valor muy presente y en el que muchas personas creen.

Doctrina sobre el matrimonio: Es esencial evidenciar más adecuadamente la doctrina sobre el matrimonio, insistiendo en que es un don de Dios.

Divorciados vueltos a casar: Por un lado, se sugirió que la doctrina no se modificara y siguiera siendo la misma de ahora; y por otro lado, se habló de abrirse a la posibilidad de conceder la comunión, desde la perspectiva de la compasión y de la misericordia, pero sólo si se cumplen unas condiciones determinantes. Y esto será estudiado por una comisión especial de interdisciplina.

Divorciados que no se han vuelto a casar: Se pidió que se preste más atención a ellos, que son testigos a veces heroicos de la fidelidad matrimonial.

Nulidad matrimonial: Se manifestó el deseo de que se acelere este proceso, así como la constatación de la validez del mismo.

Uniones homosexuales: Es imposible equiparar estas uniones con el matrimonio entre hombre y mujer. Lo que sí se puede hacer es acompañar pastoralmente a las personas con esta orientación, acogerlas y protegerlas en su dignidad humana.

Los hijos: se recordó que no son una carga, sino un don de Dios fruto del amor entre los esposos.

Los ancianos: es necesario prestarles más atención, en especial a los que viven en extrema pobreza.

Familia: Es importante resaltar su papel fundamental en la evangelización y la transmisión de la fe.

El caso es que el Papa Francisco y los obispos fueron claros y, a la vez, nos sacudieron al recordarnos lo fundamental: ¡que urge regresar a nuestros orígenes, volver a nuestra raíz y a la ley natural!

Y aunque sus palabras estuvieron llenas de sorpresas, no dijeron nada nuevo: hablaron de lo que muchos ya conocemos pero olvidamos poner en práctica. Me refiero al amor incondicional, al que acoge a todos por igual sin importar lo que hagan o lo que digan. Al amor que acepta tal y como son a los familiares, amigos y enemigos, a los compañeros de trabajo y desconocidos… a la gente que piensa como uno y a quienes piensan diametralmente opuesto.

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