Este miércoles 12 de noviembre, en la tradicional audiencia del Papa Francisco, durante su catequesis habló de lo que se le pide a los obispos, presbíteros y diáconos.
Recordó que San Pablo enumeraba en sus cartas que la acogida, la sobriedad, la paciencia, la afabilidad y la bondad de corazón son cualidades que hacen posible que su testimonio del Evangelio sea alegre y creíble.
La actitud de un ministro no puede ser nunca autoritaria, sino misericordiosa, humilde y comprensiva.
También, el Papa recordó que hace 30 años se llevó a cabo un tratado de paz de Chile y Argentina.
Audiencia general, Papa Francisco:
Queridos hermanos y hermanas:
En la catequesis de hoy, podemos hacernos la pregunta: ¿Qué se pide a los obispos, presbíteros y diáconos para que su servicio sea auténtico y fecundo?
San Pablo, en sus cartas pastorales, además de una fe firme y de una vida espiritual sincera, que son la base de la vida, enumera algunas cualidades humanas, esenciales para estos ministerios: la acogida, la sobriedad, la paciencia, la afabilidad, la bondad de corazón… cualidades que hacen posible que su testimonio del Evangelio sea alegre y creíble.
El Apóstol recomienda, además, reavivar continuamente el don que han recibido por la imposición de manos. La conciencia de que todo es don, todo es gracia, los ayuda a no caer en la tentación de ponerse en el centro y de confiar sólo en ellos mismos. Uno no es obispo, presbítero o diácono porque sea más inteligente o tenga más talentos que los demás, sino en virtud del poder del Espíritu Santo y para el bien del santo Pueblo de Dios.
La actitud de un ministro no puede ser nunca autoritaria, sino misericordiosa, humilde y comprensiva.
Saludos
Saludo a los peregrinos de lengua española, en particular a los grupos provenientes de España, Argentina, México, y quiero de alguna manera expresar a los mexicanos, a los aquí presentes y a los que están en la patria, mi cercanía en este momento doloroso de legal desaparición, pero, sabemos, de asesinato de los estudiantes. Se hace visible la realidad dramática de toda la criminalidad que está detrás del comercio y tráfico de drogas. Estoy cerca de ustedes y de sus familias. De Guatemala, y Chile.
Me agradó ver el grupo de militares chilenos en estos días en que estamos conmemorando el trigésimo aniversario de la firma del tratado de paz entre Argentina y Chile. Los límites ya están claros, no nos vamos a seguir peleando por los límites; nos vamos a pelear por otras cosas, pero no por eso. Pero hay una cosa que quiero hacer notar: esto se dio gracias a la voluntad de diálogo.
Solamente cuando hay voluntad de diálogo se solucionan las cosas. Y quiero también elevar un pensamiento de gratitud a san Juan Pablo II y al Cardenal Samorè, que tanto hicieron para lograr esta paz entre nosotros. Ojalá todos los pueblos que tengan conflictos de cualquier índole, sean limítrofes o culturales, se animen a solucionarlos en la mesa del diálogo y no en la crueldad de una guerra.
Saludo a todos los ciudadanos de los demás países latinoamericanos presentes. Invito a todos a dar gracias a Dios por las personas que ejercen un ministerio de guía en la Iglesia y la hacen crecer en santidad. Recemos para que sean siempre imagen viva del amor de Dios. Muchas gracias.
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