
Dar la vida por Él, ¿hay que llegar tan lejos?
Dar la vida es cuidar de los demás, en especial de aquellos que son responsabilidad muy cercana, comenzando con la familia.
Dar la vida es cuidar de los demás, en especial de aquellos que son responsabilidad muy cercana, comenzando con la familia.
El dolor es ambivalente: nos puede destruir interiormente o nos puede hacer crecer, madurar, ser más humanos y comprensivos con nuestros semejantes.
La verdad nos hace libres en la medida en que transforma nuestra vida y la orienta hacia el bien.
El “motor del amor” es el que nos lleva a hacer frente a la “cultura del descarte”, invitándonos a generar una cultura “del cuidado de nuestra casa común”.
La libertad parece que solo la sabemos valorar cuando la perdemos. Pero la libertad es un tesoro que nos ha sido concedido, más que un derecho adquirido.
Entre 1950 y 2020 hubo 216 mil casos de abusos sexuales a menores de edad por parte de clérigos en Francia.
La moral es únicamente una de las cuatro patas de la mesa de la fe. Faltan el credo, los sacramentos y la liturgia o la fe que se celebra.
Los verdaderos superhéroes son aquellas personas que se dedican a servir, a ayudar, que silenciosamente se ocupan y se preocupan del prójimo.
Los miles de niños que no alcanzarán a ver la luz, quizá millones, gritan clamando justicia. La justicia que nosotros, por ahora, somos incapaces de garantizar.
“No se puede reducir la fe a azúcar que endulza la vida. No se puede. Ha venido para llevar luz donde hay tinieblas. Por eso las tinieblas luchan siempre contra Él”.
Si ofrecemos nuestros sufrimientos y los ofrecemos en unión con los sufrimientos de Cristo, Él los convierte en un signo de esperanza.
El bautismo transforma a la persona en un ser más profundo e íntimo, pues posee una vida nueva y una nueva identidad.