
Virtudes y vicios (10). “Eres tan vanidoso”
La persona vanidosa cree que su persona, sus logros y sus éxitos deben ser mostrados a todo el mundo: es un perpetuo mendigo de atención.
La persona vanidosa cree que su persona, sus logros y sus éxitos deben ser mostrados a todo el mundo: es un perpetuo mendigo de atención.
En la base de la envidia hay una relación de odio y amor: uno quiere el mal del otro, pero en secreto desea ser como él.
La fe se mantiene y crece, a pesar de la oscuridad que ciega, pues sigue humildemente apoyándose y confiando en Jesús, que nunca nos abandona.
Habrá que saber detectar la tristeza mala e impedir el pesimismo o el egoísmo que difícilmente se cura.
La oración, la limosna y el ayuno nos ayudan a vaciarnos y liberarnos de los apegos que nos aprisionan.
La ira es un vicio que destruye las relaciones humanas, no acepta la diversidad del otro.
La avaricia corrompe la voluntad del hombre inclinándolo a poner su corazón en los bienes materiales.
La belleza de las relaciones sexuales está en que hay un amor pleno de donación recíproca.
Una necesidad vital es la alimentación. Pero es preciso que no se desordene y deje de cumplir su función, sea por comer demasiado, o demasiado poco.
Tengamos siempre la confianza en la misericordia infinita de Dios que nos ayuda y nos perdona todo, facilitándonos el Sacramento de la Reconciliación.
La tentación diabólica hace creer que Dios no es bueno y se le echa la culpa de las guerras, las muertes de inocentes, etc.
Jesús nos da muchas lecciones, entre ellas, de humildad, de pobreza, y sobre todo de amor, pues siendo todo un Dios, se hace hombre para morir y así redimirnos.