Una religión venerable y amable. La paradoja de la vida
Pascal admiraba la sabiduría de los antiguos filósofos griegos, que eran sencillos en su arte del buen vivir.
Pascal admiraba la sabiduría de los antiguos filósofos griegos, que eran sencillos en su arte del buen vivir.
La alegría no está en la biblioteca, encerrada, sino que hay que descubrirla en nuestro diálogo con los demás, donde compartimos la alegría que hemos recibido.
Ciertamente no podemos resolver todos los problemas del mundo, pero ello no nos excusa para no hacer nada.
“El mayor mal es la falta de amor y caridad, la terrible indiferencia hacia nuestro vecino que vive al lado de la calle, asaltado por la explotación, corrupción, pobreza y enfermedad”: Santa Madre Teresa de Calcuta.
A veces puede costar reconocer la verdad. No obstante, todos la desean, a nadie le gusta que le mientan.
En la vida espiritual esa fuerza vital es el amor por Cristo y en Cristo. Eso supera todas las enfermedades espirituales y, al final, también la muerte.
A veces la pereza es un peligroso enemigo, pues es más fácil y cómodo creer lo que dicen otros sin comprobarlo.
El papa nos recuerda la grandeza de la razón humana y nos invita a utilizarla para descifrar el mundo que nos rodea.
El amor de Dios es infinitamente superior a nuestros pensamientos e imaginaciones. Nuestros pensamientos son limitados y Dios es infinito.
En sus reflexiones sobre la pasión por evangelizar, el papa Francisco lo hizo sobre santa Teresita del Niño Jesús, pues es patrona universal de las misiones.
El amor es lo primero y sin el amor en el centro, todo lo demás es vano.
Si no sabemos a dónde llegar, nuestros pasos serán inciertos, nuestra vida va a la deriva, sin rumbo.