
San José, modelo de padre y protector de nuestra familia
Consagrar es dedicar voluntariamente a Dios y lo podemos hacer de manera personal y también familiarmente.
Consagrar es dedicar voluntariamente a Dios y lo podemos hacer de manera personal y también familiarmente.
Este tiempo de cuaresma es el tiempo por excelencia para trabajar en la conversión de nuestro corazón y tenemos una oportunidad de oro para lograr cambiar lo que nos pesa.
La cuaresma es el tiempo de perdonar las ofensas, de ofrecer disculpas, de corregir los errores y sobre todo de tener abierto el corazón para recibir las gracias de parte de Dios.
Si Cristo es nuestro rey, no deberíamos tener problema para regalarle una hora de nuestra semana para asistir a Misa.
La oración es ese diálogo amoroso que tenemos con Dios que puede ser por medio de fórmulas ya establecidas o con una sencilla conversación a lo largo de nuestros días.
El Rosario será un fortísimo escudo de defensa contra el infierno, destruirá los vicios, librará de los pecados y exterminará las herejías.
Es bueno que eduquemos a nuestros hijos a orar por cada uno de ellos y mucho mejor si lo hacemos en familia.
Tú eres el soporte y el elemento de seguridad familiar. Y la paciencia debe ser la base de todas tus acciones.
Hay siete dones que el Espíritu Santo nos da: sabiduría, entendimiento, consejo, ciencia, temor de Dios, fortaleza y piedad.
La Pascua no solo es un día, son 50 días por lo que debemos hacer una gran fiesta.
Después del camino cuaresmal, toca el turno a los días santos donde acompañamos a Jesús en su pasión, muerte y Resurrección.
La oración es un gran sustento para el trabajo de la voluntad y, sobre todo, para la familia y para papá.