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Caminemos juntos como discípulos y misioneros

El Espíritu Santo y la Iglesia (8). El Creador de la unidad

  1. Para saber

“En virtud del Bautismo, podemos considerarnos todos realmente hermanos. Somos pueblo santo de Dios, aunque, debido a nuestros pecados, aún no somos un pueblo plenamente unido. La misericordia de Dios, que actúa en el Bautismo, es más fuerte que nuestras divisiones” (Papa Francisco).

En su catequesis sobre el Espíritu y la Iglesia, el Papa Francisco señaló que los discípulos, al llenarse del Espíritu Santo en Pentecostés, “empezaron a hablar en otras lenguas” y salieron a anunciar a Jesucristo. Esto muestra el deseo de Dios para su Iglesia: su universalidad y unidad. Dios quiere que todos los hombres del mundo formen parte de su familia y estén unidos en el amor y en comunión con Él.

2. Para pensar

La unidad y universalidad de la Iglesia se manifiestan arquitectónicamente en el centro de la Iglesia Católica: la Plaza de San Pedro, junto a la Basílica. La diseñó y construyó el gran arquitecto y escultor italiano Gian Lorenzo Bernini, creador del estilo escultórico barroco.

El artista relata que no se conformó con una plaza rectangular; quería algo excepcional y simbólico como centro de la cristiandad. Según él, esta idea llegó como una inspiración divina, del Espíritu Santo.

Al compartirla con el Papa Alejandro VII, explicó que la Basílica representa a la Iglesia, fuente del amor infinito de Dios hacia la humanidad, y el abrazo elíptico de la Plaza simboliza el deseo de acoger a todos desde cualquier punto cardinal. Con 284 columnas, esos brazos extendidos muestran la apertura a todos, para confirmarlos en la fe o guiarlos hacia ella. Bernini describió su visión así: “La iglesia de San Pedro, como matriz de todas las demás, debe tener un pórtico que reciba maternalmente con los brazos abiertos a católicos, herejes e infieles”.

3. Para vivir

San Agustín explicó que la unidad es obra del Espíritu Santo: “Lo que es el alma respecto al cuerpo humano, es el Espíritu Santo respecto al cuerpo de Cristo, que es la Iglesia”. El Espíritu Santo no solo nos pide unidad, sino que la realiza en la Iglesia, siendo el “vínculo de la unidad”. Sin embargo, lograr y mantener esa unidad es difícil, incluso en la Iglesia, el matrimonio o la familia. Según el Papa Francisco, esto sucede cuando el egoísmo toma el lugar de Dios. Si permitimos al Espíritu Santo guiar, el amor será el centro de la Iglesia y de la familia.

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