“Es la confianza” (y IX). El núcleo del cristianismo

1)  Para saber

«No podemos hacer grandes cosas. Pero podemos hacer las cosas pequeñas con un inmenso amor». Esta frase, de la santa Madre Teresa de Calcuta, es una invitación a poner amor en todo lo que hacemos. Es el camino que Santa Teresita del Niño Jesús vino a recordar.

San Pablo describe a la Iglesia como un cuerpo con sus diferentes miembros, para explicar la variedad de sus carismas. Santa Teresita meditó esa metáfora y se preguntaba qué lugar ocuparía ella en ese cuerpo místico de la Iglesia. Lo encontró en el himno de la caridad de San Pablo. Así lo escribe: “La caridad me dio la clave de mi vocación. Comprendí que si la Iglesia tenía un cuerpo, compuesto de diferentes miembros, no podía faltarle el más necesario, el más noble de todos ellos. Comprendí que la Iglesia tenía un corazón, y que ese corazón estaba ardiendo de amor”. Es el amor el que hace actuar: Sin el amor no habría apóstoles que anunciaran el Evangelio, ni mártires que derramaran su sangre. El amor encierra en sí todas las vocaciones, lo es todo: “Entonces, al borde de mi alegría delirante, exclamé: ¡Jesús, amor mío…, al fin he encontrado mi vocación! ¡Mi vocación es el amor…! Sí, he encontrado mi puesto en la Iglesia».

2)  Para pensar

La Santa madre Teresa de Calcuta cuidaba a una mujer moribunda traída al hospital, y quedó impresionada al ver que, aun siendo joven, se veía tan acabada que parecía más un espectro que un ser humano.

Sabiendo que estaba moribunda, quiso reanimarla con algún alimento y mil atenciones. La moribunda, mirándola agradecida, le susurró: “No tengo con qué pagarte. ¿Por qué haces esto?”. La Madre Teresa le respondió: “Porque yo te quiero”. Un destello de felicidad iluminó el rostro de la moribunda, la cual le suplicó: “¡Por favor, dímelo de nuevo!”

“Yo te quiero”, le repitió dulcemente y por varias veces la madre. La moribunda le apretó las manos y las atrajo hacía sí, mientras moría. Los santos nos enseñan que podemos dar mucho cuando damos amor.

3)  Para vivir

Dice el papa Francisco que ese amor a la Iglesia de Santa Teresita es una gran luz hoy, para no escandalizarnos por sus límites, debilidades, oscuridades y pecados, y entrar en su corazón ardiente de amor. “Yo seré el amor”, es la opción radical de Santa Teresita, su identidad espiritual.

Con este artículo terminamos la reflexión que el papa Francisco hizo sobre Santa Teresita del Niño Jesús. En su conclusión, señala que el aporte específico que nos regala Teresita como santa y doctora de la Iglesia es llegar a la síntesis, a lo esencial e indispensable del mensaje cristiano: el amor. Todos necesitamos recoger esta intuición genial de Teresita y sacar las consecuencias teóricas y prácticas.

En un tiempo que se nos invita a encerrarnos en los propios intereses, y buscar grandeza, el poder y las necesidades más superficiales, Teresita nos muestra la belleza de hacer de la vida un regalo, nos señala el camino de la pequeñez.

En un tiempo en el que se descarta a muchos seres humanos, ella nos enseña la belleza de cuidar, de hacerse cargo del otro. En un momento de complicaciones, ella puede ayudarnos a redescubrir la sencillez, la primacía absoluta del amor, la confianza y el abandono.

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