1) Para saber
El director espiritual de la Madre Teresa de Calcuta, el sacerdote jesuita padre Celeste Van Exem, dijo de ella: «El sentido de toda su vida fue una persona: Jesús». En verdad, para la Madre Teresa Jesús lo era todo. En una ocasión un periodista le preguntó: “Madre, ¿qué lugar le da a Jesús en su vida?”, inmediatamente le contestó: “A Él le doy todo el lugar”.
En su carta dedicada a Pascal, el papa Francisco señala que este filósofo enfrentó una pregunta antigua, pero siempre nueva, que resuena en el alma humana, y es formulada por la Sagrada Escritura: “¿Qué es el hombre para que pienses en él, el ser humano para que lo cuides?” (Sal 8,5). Esta pregunta está grabada en el corazón de cada ser humano, de todo tiempo y lugar, de toda civilización y lengua, de toda religión. “¿Qué es el hombre en la naturaleza? ―se pregunta Pascal― Una nada respecto al infinito, un todo respecto a la nada”, afirma.
Pascal, como un infatigable buscador de la verdad, profundizó sobre el hombre, y encontró la respuesta en la historia de amor entre Dios y su pueblo, culminando en la carne del “Hijo del hombre”, Jesucristo, que el Padre nos entregó. En Jesucristo se halla la interrogante sobre el hombre.
2) Para pensar
Un anciano médico homeópata tenía muchos pacientes. Los que van a su consultorio por primera vez se desconciertan. Quieren explicarle enseguida qué es lo que les pasa, qué les duele, para recibir rápidamente los medicamentos que calmarán su dolor. Sin embargo, él, como si no los escuchase, les pregunta cuándo van a dormir, cuándo se levantan, qué tipo de vida hacen, cuánto descansan, etc. Al final, les hace entender que él no quiere curar una enfermedad en particular, sino a toda la persona y, para curarla, es necesario conocer toda su vida. Pues darle al enfermo sólo un calmante contra el dolor equivaldría a darle una droga. Para salvar al hombre, es necesario suscitar su verdadera fuerza vital que después por sí solo curará la enfermedad.
En la vida espiritual esa fuerza vital es el amor por Cristo y en Cristo. Eso supera todas las enfermedades espirituales y, al final, también la muerte. Y cuando no está Cristo, todas las cosas pierden su pleno sentido, su trascendencia, quedándose en lo superficial y temporal. Pensemos si cuidamos esa fuerza vital en nosotros.
3) Para vivir
Si Blaise Pascal es capaz de conmover a todo el mundo, es porque habló de la condición humana de una manera admirable: Algunas de sus fórmulas aisladas se han hecho célebres. Sería engañoso ver en él solo a un especialista en moral. Si se le quiere comprender, no se puede ignorar que Jesucristo y la Sagrada Escritura son el centro y la clave. Pues si Pascal comenzó a hablar del hombre y de Dios, fue porque había llegado a la certeza de que “no solamente no conocemos a Dios más que por Jesucristo, sino que no nos conocemos a nosotros mismos más que por Jesucristo; no conocemos la vida, la muerte más que por Jesucristo”. Sin la Escritura que sólo tiene a Jesucristo por objeto, no conocemos nada y sólo vemos oscuridad”, recuerda el Papa.
Blaise Pascal mostró ser un enamorado de Cristo que habla a todos. Es un ejemplo de vida, pues supo conjugar ese amor con la ciencia que profesó.
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