Cristo es el futuro. Volver a las raíces
Se está en crisis cuando se olvida dedicarse a los otros o sentir la belleza de soñar juntos o crear familias numerosas.
Se está en crisis cuando se olvida dedicarse a los otros o sentir la belleza de soñar juntos o crear familias numerosas.
Pedir unos por otros tiene mucha eficacia porque no depende de las fuerzas humanas, sino del poder de Dios que escucha las peticiones y concede su gracia.
Amemos a los enemigos de Dios y de su pueblo orando intensamente por su conversión, para que el Señor conmueva sus corazones.
Cuando obramos con amor, estamos permitiendo que otros descubran el amor divino y se abran a su amor.
Para nosotros ir a “Galilea” significa ir hacia adelante, mirar el futuro con confianza, superar el sentimiento de derrota.
La paz de Cristo es verdadera y está apoyada en la oración, la ternura, el perdón y el amor gratuito a todo prójimo.
Si celebramos el nacimiento de Jesús en esta vida, cuanto más debemos celebrar la Resurrección, es decir, que venció a la muerte y nos ha regalado la vida eterna.
El rencor y los resentimientos son la escoria del egoísmo y desagradables al Creador.
La verdadera alegría no es algo que nace de tener tantas cosas, sino de haber encontrado a una persona: a Jesús.
El abandono, la negación y hasta la traición nos caracteriza a quienes prometimos ser leales y valientes soldados de Cristo.
Con mucha claridad debemos saber que existen dos tipos de obras de misericordia, unas corporales y otras espirituales.
Todo lo que tenemos es un don de Dios: Nacimos sin nada y se nos ha otorgado incluso la misma existencia.