Enseñemos a nuestros hijos a amar
El amor no es envidioso por lo que debemos enseñar a nuestros hijos a alegrarse con la felicidad de los demás.
El amor no es envidioso por lo que debemos enseñar a nuestros hijos a alegrarse con la felicidad de los demás.
Se debe respetar la naturaleza y cuidar del planeta, pero como parte de nuestra responsabilidad extendida, nuestra responsabilidad con los hombres del mañana.
La comunión de los santos es un misterio de solidaridad en que nuestras acciones repercuten en los demás.
Como cada año, se llega el tiempo de la cuaresma, que no es otra cosa que un tiempo de preparación para la gran solemnidad de la Pascua.
Cuando alguien pone con sinceridad todos los medios para salvar su matrimonio y aun así se rompe, está dando un valiosísimo testimonio del valor del sacramento.
La ternura no es en primer lugar una cuestión sentimental, sino la experiencia de sentirse amados precisamente en nuestra miseria.
A Dios le resulta grata la oración de intercesión, máxime si es por personas que no conocemos, porque manifiesta grandeza de alma y confianza en el poder divino.
Siempre será necesario recuperar el valor del trabajo, para que sea un derecho y deber fundamental de la persona, que expresa e incrementa su dignidad.
La Iglesia ha aprendido que en los casos de pederastia debe adelantarse a los medios para tomar las acciones necesarias.
El cuento de “La Bella y la Bestia” lo podemos leer como una alegoría de cómo con el bautismo recuperamos nuestra figura de Hijos de Dios.
La Iglesia pide a sus fieles que elijan a los candidatos que mejor representen el Bien Común y la dignidad de la persona humana.
Benedicto XVI es inocente de los crímenes que le han imputado rápidamente, de manera irresponsable y para generar escándalo, los medios alemanes.