Cada año hablamos de este tema y hasta puede parecer repetitivo hacerlo una vez más, pero siempre es necesario recordar algún aspecto en especial que podemos trabajar en esta época.
Adviento significa advenimiento, venida, y para nosotros es el tiempo de esperar la venida de nuestro salvador, Jesucristo.
Este año les quiero proponer que vivamos el adviento desde la espera, es decir, que enseñemos a nuestros hijos a saber esperar y a ofrecer esa dulce espera, como lo hizo María.
Por eso aquí te dejo mis 5 Tips para educar a nuestros hijos en la virtud de la Esperanza.
Primero. Que sepan en qué consiste la esperanza.
Para nuestros hijos, sobre todo cuando son pequeños, es difícil comprender el concepto de esperanza; sobre todo porque el mundo actual los invita a tener todo fácil y en el momento en que lo quieres.
Es por esto que es necesario que nuestros hijos tengan muy claro que esperar es permanecer atentos y confiados en que lo que se desea se realizará. Esto no quiere decir que no hagamos lo que está en nuestras manos para que se realice, sino que debemos esperar pacientemente y con paz, a que las cosas se realicen.
Si te fijas, es cuestión de fe, de paciencia y de ejercicio de virtud.
Esto en especial es difícil para lo niños de dos o tres años y después, para los adolescentes que se quieren comer el mundo de un bocado y quieren que todo pase de inmediato, pero en nuestras manos está que les ayudemos a fortalecer su voluntad, con mucho amor.
Segundo. Que aprendan a esperar poco a poco.
Esto se logra haciendo pequeños ejercicios de virtud día a día.
Debemos enseñarlos a esperar con paciencia y paz en el corazón.
Cuando son pequeños debemos enseñarles a que las cosas se piden por favor y deben esperar un poco para obtenerlas.
Si corremos a darles todo lo que nos piden en el momento en que hacen berrinche para que dejen de hacerlo, en ese momento estamos enseñándoles a no esperar.
Si les enseñamos a esperar un minutito a que lleguen las cosas, después no les costará trabajo esperar en las cosas más importantes de la vida; como cuando deben esperar para no tener relaciones sexuales en el noviazgo o deben esperar para no comer todo lo que se les antoja.
Las virtudes se obtienen poco a poco, en el día a día.
Los pequeños detalles cuentan mucho en la educación de nuestros hijos y nunca es tarde para educarles en la esperanza.
Tercero. Que comprendan que en todo momento esperamos.
Es muy necesario que nuestros hijos se den cuenta que la vida está hecha de pequeñas o grandes esperas.
Es así que debemos formar en ellos las virtudes de la paciencia y la esperanza.
Si les hacemos esperar un poco para recibir lo que los piden, fomentamos la esperanza en ellos.
Si les ayudamos a ahorrar para comprar el juguete deseado, estamos fomentando la esperanza.
Si, en lugar de comprarles el dulce que tanto quieren, les decimos que primero nos ayuden a comprar comida para compartir con los más necesitados y después les compramos la golosina, les estamos enseñando a esperar.
A veces hay que esperar poco, pero a veces hay que esperar largo tiempo, pues sólo Dios sabe en qué momento nos concede lo que le pedimos; siempre que sea para nuestro bien, físico y espiritual.
Y cuando no sabemos esperar y hacemos las cosas a nuestro tiempo, llegan las calamidades o los accidentes, por no saber esperar el momento preciso para cada cosa o evento en la vida.
Cuarto. Que pongan una cuenta cada vez que logren esperar.
Para enseñarles a esperar con amor y paciencia, podemos pedirles a nuestros hijos que cada vez que logren aguantarse y tengan paciencia, pongan una cuenta, piedrita, frijolito o un papelito de color en una cajita; así de dará cuenta que cada vez puede esperar más y mejor.
Es importante que celebremos sus triunfos y que les apuntalemos y animemos a seguir intentando cuando no logren esperar.
Una palabra de aliento puede hacer maravillas cuando se dice con amor.
Quinto. Que ofrezcan esa espera.
Esperar, ya de suyo es muy valioso, pero si además lo ofrecemos a Dios le daremos un sentido mucho más trascendente.
Es necesario darnos cuenta que sin la ayuda de Dios, nada podemos, así que debemos poner a los pies de Jesús, nuestra espera y los esfuerzos que hacemos por esperar, para que tengan frutos abundantes.
Cuando nosotros ponemos nuestros cinco panes y dos pescados, sabemos que no es suficiente, pero esperamos que Dios los transforme y los haga merecer, para alcanzar la gracia que le pedimos.
Es así que, si enseñamos a nuestros hijos a ofrecer la espera, estaremos siendo como María, que espero con paciencia la llegada de Jesús y cuando nació, lo acogió en su corazón.
El adviento es el tiempo perfecto para acompañar a María en la dulce Espera y preparemos nuestro corazón para la llegada de Jesús.
Aún es tiempo de hacer un calendario de adviento o un camino de Belén.
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