Tiempo de espera

Al inicio de la Cuaresma. La “Experiencia del desierto”

1) Para saber

Empieza la Cuaresma y como lo dice su nombre, son cuarenta días. Y podríamos preguntarnos, ¿por qué son cuarenta? En la Sagrada Escritura el número cuarenta tiene simbolismo: Significa un tiempo de espera, de purificación, de vuelta al Señor. Por ejemplo, Noé pasa cuarenta días y cuarenta noches en el arca, junto a su familia. Moisés permanecerá ayunando en el monte Sinaí por cuarenta días y cuarenta noches, para acoger la ley. Son cuarenta años los que dura el Éxodo, el viaje del pueblo judío desde Egipto hasta la Tierra Prometida. Jesús, antes de comenzar su vida pública, se retira al desierto durante cuarenta días.

En los primeros siglos de la Iglesia, los que deseaban entrar en la Iglesia se preparaban por cuarenta días para recibir el bautismo. Luego se extendió a todos los fieles, para en un camino de renovación espiritual.

El papa Francisco, en la homilía de la misa del Miércoles de Ceniza, destacó que la cuaresma “es un viaje de regreso a Dios” en el que Dios nos dice: “Vuelvan a mí con todo el corazón”. Un tiempo propicio para discernir hacia dónde está orientado nuestro corazón.

2) Para pensar

Cuando están próximos a entrar a la Tierra Prometida, Moisés le recuerda al pueblo judío que esos cuarenta años por el desierto sirvieron para hacerlos humildes, fue un periodo para conocer lo que hay en su corazón. Y aunque pasaron por fuertes dificultades, nunca les faltó la ayuda divina: cuando tuvieron hambre, los alimentó con el maná del cielo; cuando tuvieron sed, hizo salir agua de una roca… Es la llamada “Experiencia del desierto” (Cfr. Dt 8,2ss).

Así nosotros, que estamos en el “desierto” del mundo, tenemos la oportunidad de vivir una profunda experiencia de Dios que nos haga fuertes el espíritu, confirme nuestra fe, nutra la esperanza y avive la caridad.

Se podría pensar en este tiempo de pandemia, como una “experiencia del desierto”, que nos hace conocer lo que hay en nuestro corazón. Al padecer diversas dificultades y sufrimientos, pensemos si seguimos confiando plenamente en la Providencia Divina.

3) Para vivir

El viaje de la cuaresma es un éxodo: así como el pueblo judío pasó de la esclavitud a la libertad, también nosotros hemos de recuperar la libertad dejando la esclavitud de la soberbia, de la falsedad, de la sensualidad o de algún vicio. Y la cuaresma es el momento adecuado, dice el papa, pues en la vida siempre tendremos cosas que hacer y excusas para dar, pero ahora es tiempo de regresar a Dios. Recordando que ninguno se puede reconciliar con Dios con sus propias fuerzas, dice el papa. Necesitamos volver a Jesús, necesitamos ser curados por Jesús.

El papa nos invita a preguntarnos: ¿Hacia dónde me lleva el navegador de mi vida, hacia Dios o hacia mi yo? ¿Vivo para agradar al Señor, o para ser visto, alabado, preferido, al primer lugar?

Nuestro viaje consiste en dejarnos tomar de la mano. El Padre que nos llama a volver es Aquel que sale de casa para buscarnos; el Señor que nos cura es Aquel que se dejó herir en la Cruz; el Espíritu que nos hace cambiar de vida es Aquel que sopla con fuerza y con dulzura sobre nuestro barro.

 

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