Comedia lleva a Dios

Aprender el buen humor. La comedia lleva a Dios.

1) Para saber

Los santos nos enseñan el buen humor, debido a su gran humildad. Se cuenta que San Felipe Neri se esforzaba por cubrir las necesidades de los niños pobres e insistía en pedir limosna a los ricos. Una vez un señor rico, molesto por sus peticiones, le dio una bofetada. El santo no se desanimó y le dijo sonriendo: “Esto es para mí y lo agradezco. Ahora dame algo para mis chicos”.

Un santo, escribe el papa Francisco, es capaz de vivir con alegría y sentido del humor a pesar de las dificultades, sabe iluminar con un espíritu positivo y esperanzado. Al amor le sigue necesariamente el gozo, pues todo amante se goza en la unión con el amado. San Pablo nos lo pide: «Alegraos siempre en el Señor; os lo repito, alegraos» (Flp 4,4).

2) Para pensar

Jennifer Fulwiler era una ex bloguera atea. Pero conoció la fe y se convirtió por la gracia de Dios. Escribió su conversión en su libro: “Algo diferente a Dios: Cómo busqué apasionadamente la felicidad y la hallé accidentalmente”. Hoy es madre católica con seis hijos. Dice que Dios le hizo ver que como comediante podía hacer mucho bien.

Ser madre de seis hijos fue una gran “ventaja”, dice, a pesar que muchos le decían que sería una “desventaja”. Procura animar a las mujeres con hijos a no abandonar los talentos que Dios les dio, y así “agregar amor al mundo”. No está de acuerdo con quienes creen que es irresponsable tener más de un hijo: “Para mí fue una decisión correcta tener una familia más grande”, afirma.

Jennifer considera que la comedia es un servicio, “que ayuda a quitar las cargas de las personas que están abrumadas por los problemas”. Desgraciadamente, dice, gran parte del entretenimiento es sucio y un insulto para los creyentes, pues se hacen bromas de la Iglesia Católica y presenta a los creyentes como si fueran estúpidos: “Cuando estás en la cultura de la vida, no es una vida fácil. La vida cristiana nunca es fácil”, afirmó. Por no se detiene y quiere que los que trabajan con pobres o enfermos puedan divertirse sanamente y reír, sin que se ataquen sus convicciones.

3) Para vivir

La alegría cristiana está acompañada del sentido del humor, en cambio, el mal humor no es un signo de santidad, dice el Papa Francisco (Alegraos y regocijaos, n. 126). Ya los profetas anunciaban el tiempo de Jesús, que nosotros estamos viviendo, como una revelación de la alegría: «¡Salta de gozo, Sión; alégrate, Jerusalén! Mira que viene tu rey, justo y triunfador» (Za 9,9). O Nehemías: «¡No estéis tristes; el gozo del Señor es vuestra fuerza!» (8,10). El Señor nos invita: «Hijo, no te prives de pasar un día feliz» (Si 14,11.14).

Jennifer afirmó que la comedia es buena para la vida espiritual, porque se basa en la humildad. En cambio “el orgullo es lo más peligroso, pues nos hace pensar que no necesitamos a Dios, que somos grandes”. Para evitar que el éxito nos vuelva locos, hay que saber que los resultados dependan de Dios.

María, que descubrió la novedad que Jesús traía, cantaba: «Se alegra mi espíritu en Dios» (Lc 1,47). Así, nada puede destruir la alegría sobrenatural, que nace de sabernos infinitamente amados. Es una serenidad con esperanza que nos da una satisfacción espiritual.

 

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