Construir puentes o dinamitar caminos

Los seres humanos no somos primordialmente heterosexuales, gays, lesbianas, transgénero, ni siquiera hombres o mujeres. Los seres humanos somos, ante todo y por sobre todas las cosas, personas dignas. Esta es la única realidad sustantiva desde la cual podemos construir puentes de encuentro, para caminar juntos hacia una sociedad más justa.

A los ideólogos y los políticos que no conocen más Dios que el poder, porque ellos son un Dios encarnado para sí mismos; a esos que no conocen más humanidad que sus intereses, les fascina fracturar nuestra humanidad y dividir a la sociedad civil como estrategia de dominación. Hoy nos catalogan, cual ganado, en multitud de “géneros sexuales”, del mismo modo en que nos han dividido en “castas”, “tipos raciales”, “clases sociales”. La intención siempre ha sido, como es, fragmentar nuestra humanidad para enfrentar a las personas. En este juego perverso sólo ellos ganan, los amos del gran mercado y del gran estado. Ellos son quienes dinamitan los caminos.

Esos políticos e ideólogos se presentan como paladines de la igualdad, cuando se dedican a sembrar cizaña y alimentar fanatismos. Le tienen temor a los puentes porque nos permiten superar diferencias y nos conducen al encuentro, a mirarnos a los ojos y descubrir nuestra única realidad tangible: somos personas dignas, capaces de cruzar cualquier frontera para alcanzar justicia. Esta es la historia de lo mejor de nuestra humanidad; pero también de nuestros más atroces crímenes. Gandhi, Luther King, Mandela y Teresa de Calcuta, pertenecen a la misma época de Hitler, Stalin, Marie Stopes y Margaret Sanger.

Los autoproclamados paladines hoy nos venden la dinamita envuelta en eso que gustan llamar la “sociedad de derechos”. Pervierten las palabras, engañan y lo saben. Se dedican a buscar las más mínimas diferencias entre las personas para hacerlas más profundas, confrontarnos y encajonarnos en diferentes “tipos humanos”, clasificados por género, raza, clase social, etc. Su adalid en turno es Barack Obama. Invito al amable lector a escuchar una vez más su primer discurso, pronunciado después de obtener la victoria hace casi ocho años. En sus palabras no hubo un puente de comunión, sino una muy larga lista de tipos humanos cuyas divisiones, obvio, sólo él sería capaz de zanjar. En ningún momento habló de ciudadanos y personas que compartieran una sola dignidad. Clasificó a la sociedad como al ganado y se presentó como el gran hermano, único moderador de las diferencias en la llamada “sociedad de derechos”.

Al escuchar las terroríficas noticias de la masacre en el llamado “bar gay” de Orlando, lo primero que vino a mí memoria fue el discurso de Obama. Busquemos a quienes ganan con este macabro evento y encontraremos a esos “paladines de la libertad” y, con ellos, a quienes manejan los intereses del Estado Islámico. ¿Quiénes pierden? Las personas que forman la sociedad civil, a quienes ahora podrán seguir enfrentando entre sí, con más veneno. ¡Qué forma tan cínica de convertir a mis hermanos homosexuales en instrumentos de dominación!

No se pueden construir puentes y dinamitar los caminos al mismo tiempo. Es preciso elegir. Hace dos mil años, Jesús de Nazaret dedicó su vida a construir puentes. Cada gesto, cada palabra, cada milagro tuvieron que ver con lo mismo. Nunca le tuvo miedo a la verdad de nuestra humanidad, porque él mismo es la Verdad; no dejó un instante de construir puentes, porque él mismo es el Camino y; con ojos misericordiosos se dedicó a dar vida, porque él mismo es la Vida. Esta es la razón por la cual los fanáticos de la dominación lo crucificaron; pero es la misma razón por la cual resucitó de entre los muertos. Lo más fascinante de Jesús es que su testimonio de vida, verdad y encuentro es evidente a la razón, incluso prescindiendo de la revelación en la cual descansa la fe de los cristianos. No es la religión la que divide a las personas, sino quienes nos clasifican como al ganado, para conducirnos al matadero de sus intereses.

México es un país enfermo de división, encono y violencia metida hasta los huesos de nuestra cotidianidad. Debemos preocuparnos mucho cuando nuestros ministros de justicia, ideólogos y políticos suenan los tambores de guerra, fingiendo invitar a la paz; cuando se dedican a dinamitar los caminos, simulando construir puentes; cuando usan los “derechos” para sembrar rencor.

 

 

@voxfides

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