1) Para saber
El Papa Francisco advierte que se ha de llevar una ecología que mire los distintos aspectos del ser humano, es decir, que sea una “ecología integral”. Y una dimensión importante es la consideración del valor del trabajo. En el relato de la creación del hombre, Dios le da un trabajo a llevar a cabo: que cuide lo existente y además lo trabaje para que produzca fruto. Una manera de relacionarse que tiene el hombre con la Creación es a través del trabajo.
El Papa hace la aclaración de que “no hablamos sólo del trabajo manual o del trabajo con la tierra, sino de cualquier actividad que implique alguna transformación de lo existente, desde la elaboración de un informe social hasta el diseño de un desarrollo tecnológico”, toda actividad, incluso las no remuneradas, como podrían ser las actividades del hogar, caben en el concepto de trabajo.
Y ese trabajo ha de ser el lugar donde la persona pueda desarrollarse y encontrar su perfección y su santidad. Ahí se ponen en juego, dice el Papa, muchas dimensiones de la vida: la creatividad, la proyección del futuro, el desarrollo de capacidades, el ejercicio de los valores, la comunicación con los demás, una actitud de adoración.
2) Para pensar
El trabajo, dice el Papa, es una necesidad, parte del sentido de la vida, camino de maduración, de desarrollo humano y de realización personal.
Cuando cualquier actividad se hace por Dios, adquiere un valor sobrenatural y la persona que lo realiza se santifica. San Josemaría Escrivá, para explicar esta realidad, solía llevar a jóvenes a lo alto de la torre de la bella Catedral de Burgos. Desde arriba se podía apreciar la crestería, cómo se había esculpido la piedra como un encaje, con paciencia y esfuerzo. Era una obra de arte hecha con perfección. Y les hacía ver que esa hermosa filigrana no se veía desde abajo. Quienes la hicieron sabían que no sería contemplada ni apreciada por la gente de la calle, lo habían hecho con la máxima perfección para que Dios la mirara, no para recibir ellos las alabanzas. Terminaba diciéndoles: “Haz tú lo mismo que aquellos canteros, y tu trabajo será también operatio Dei, obra de Dios, una labor humana con entrañas y perfiles divinos” (Amigos de Dios, 65).
Pensemos con qué fin hacemos las cosas y con qué calidad las terminamos. Hemos de buscar siempre darle gloria a Dios con nuestra actividad, sin importar la grandeza o pequeñez de lo que hacemos: sea lavar un plato o dar una conferencia.
3) Para vivir
El Papa observa que si cuidamos hacer nuestras actividades de la mejor manera, esa manera de vivir el trabajo nos vuelve más cuidadosos y respetuosos del ambiente, impregna de sana sobriedad nuestra relación con el mundo. Se trata de mejorar el mundo a la vez que nosotros mismos también mejoramos como personas.
San Josemaría afirma que “el trabajo no es sólo medio de recabar recursos económicos y vínculo de unión con los demás; no sólo testimonio de la dignidad del hombre y contribución al bienestar social. En el hombre en gracia, puede llegar a ser realidad redimida y redentora, medio de santificación” (“Es Cristo que pasa”, n.47).
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