Cuidar nuestra casa / La nueva Encíclica del Papa

1) Para saber

El pasado jueves 18 de junio el Papa Francisco hizo pública su reciente Encíclica que trata sobre la ecología. La denominó: “Laudato si’”, que significa: “Alabado seas”. Son las primeras palabras con las que inicia un cántico de San Francisco de Asís, que dice así: «Alabado seas, mi Señor, por la hermana nuestra madre tierra, la cual nos sustenta, y gobierna y produce diversos frutos con coloridas flores y hierba» (Cántico de las criaturas).

Son significativas las palabras con la que el Papa subtitula la Encíclica: “Sobre el cuidado de la casa común”. Por ello va dirigida a todos los habitantes de esta “casa”. Es un llamado a que todos nos sintamos hermanos al habitar en una casa común y, por tanto, responsables de cuidarla y tenerla en buenas condiciones.

Es lo mismo que ha de suceder en cada familia: todos se han de hacer responsables del mantenimiento y cuidado de las cosas de la casa, cada uno cumpliendo sus deberes y ayudando a los demás. Sin embargo, en algunos hogares a veces parece que sólo la mamá es la que debe hacerse cargo de todo, mientras los demás se desentienden. No debería ser así; incluso cuando hay hijos pequeños, éstos han de ser responsables de encargos que los hagan sentirse que cooperan para el buen funcionamiento de la familia, pues no dejan de ser parte del todo.

2) Para pensar

El Papa Francisco convoca a ser conscientes del daño que se provoca cuando se usa irresponsablemente y se abusa de los bienes que Dios nos ha dado. Esto sucede cuando se piensa que uno es propietario y autorizado para explotar la tierra. Lo paradójico es que si el hombre explota inconsideradamente la naturaleza, a su vez será víctima de esa degradación.

Como en una casa, cada uno a de cuidar lo que le corresponde: no tirar el agua, no contaminar los ríos, ser limpios, etc.

Sucedió cuando era Papa Juan XXIII, que unos obreros estuvieron trabajando en su habitación, y cuando llegó el Papa se encontró con mucho desorden y polvo. El Papa los tranquilizó y les pidió que continuasen con sus tareas. Se dispuso a sentarse en una silla para rezar su breviario, pero al ver que el asiento estaba con polvo, el Papa mismo tomó un trapo y se puso diligentemente a limpiarlo, sin darle tiempo a los obreros a ayudarlo. Y comentó con su habitual simpatía: “Hay que cuidar la ropa. Siempre me acuerdo de lo que costó a mi padre la primera sotana que tuve. Desde entonces procuro cuidarlas bien para que duren”.

3) Para vivir

Es una Encíclica de esperanza, pues aunque señala la contaminación, el deterioro de la calidad de vida en muchos lugares o las injusticas, sin embargo, “no todo está perdido” ya que los seres humanos “también pueden sobreponerse, volver a optar por el bien y regenerarse”. En definitiva, son capaces de “iniciar caminos nuevos hacia la verdadera libertad”.

Es una Encíclica que va más allá de exponer algunos problemas que afectan al planeta, pues incluye un claro llamado a cambiar hábitos y tendencias negativas en la vida de cada persona, algunos muy concretos como compartir un mismo vehículo, evitar desperdiciar el agua o apagar las luces innecesarias.

 

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