De nuevo el papa Francisco es noticia mundial. Su declaración sobre conceder a los sacerdotes la facultad de dar la absolución del pecado del aborto a quienes se acerquen arrepentidos de corazón ha sido trending topic esta semana.
“El perdón de Dios no se puede negar a todo el que se haya arrepentido”, afirma Francisco.
“He decidido conceder a todos los sacerdotes para el Año Jubilar, no obstante cualquier cuestión contraria, la facultad de absolver del pecado del aborto a quienes lo han practicado y, arrepentidos de corazón, piden perdón por ello”, explica.
La declaración del Papa no debería sorprendernos mucho. De acuerdo al Derecho Canónico, los obispos y algunos sacerdotes facultados para ello pueden perdonar el pecado del aborto debido a la gravedad del mismo.
El anuncio que hace hoy Francisco es otorgar en el Año Jubilar de la Misericordia (que inicia el próximo 8 de diciembre) esta facultad de perdonar el pecado del aborto a todos los sacerdotes, y no sólo a unos cuantos.
Si usted ha escuchado o leído discursos u homilias del Papa, en su mensaje por lo general exhorta a los fieles a ser compasivos y tolerantes con el próximo.
De hecho, su última carta apostólica, publicada hace pocos meses, se titula Misericordiae Vultus (‘‘El Rostro de la Misericordia”). En ella él nos recuerda que, en este momento de grandes cambios históricos, la Iglesia (leáse: laicos y religiosos) está llamada a ofrecer mucho más que antes los signos de la presencia, cercanía y ternura de Dios.
Es clara la preocupación de Francisco por la gran cantidad de hombres y mujeres confundidos y angustiados en estos tiempos. Es evidente su intención de ayudar a más personas a cambiar de vida y a hacer una opción por el bien.
Y es que no es difícil observar que los seres humanos del Siglo XXI hemos hecho a un lado los valores trascendentes, al igual que aquellas leyes inscritas en nuestra naturaleza.
Da la impresión de que cada día nos sentimos más autosuficientes, soberanos, autónomos. Mientras haya en nuestra vida progreso material y económico, lo demás resulta poca cosa.
Olvidamos que el ser humano no sale adelante sólo con lo material. La mejor prueba es que el supuesto progreso que nos rodea, tan ligado a los avances científicos y tecnológicos, no ha sido miel sobre hojuelas. Viene acompañado de una “regresión social” que salta a la vista. Un retraso en los valores humanos que ya es alarmante.
El aumento de crímenes violentos, el número cada vez más creciente de familias disfuncionales, suicidios de adolescentes, ancianos abandonados, la corrupción, la baja calidad en la educación, por mencionar algunos.
Es evidente que ahora, a pesar de los avances tecnológicos, los problemas son mayores. Las estadísticas se han encargado de demostrar a las miles de personas que hoy son presas de la drogadicción, alcoholismo, suicidios, abortos…
Por todo esto y más, para frenar esta lamentable “regresión social” que vivimos, el Sumo Pontífice quiere dar a más hombres y mujeres la oportunidad de arrepentirse y cambiar de vida. Y qué mejor forma de hacerlo, al otorgar en el Año Jubilar a todos los sacerdotes (y no sólo a unos cuantos) la facultad de perdonar el pecado del aborto a las mujeres arrepentidas de corazón.
No hay más. De nuevo Francisco es noticia mundial y su declaración trending toping.
Ahora nos impulsa y nos ayuda a curar las heridas. A acercarnos al camino del perdón y la reconciliación.
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