¿Dónde se encuentra el verdadero enemigo?

 

San Benito, Abad.

Génesis 49,29-33; 50,15-26: “Dios cuidará de ustedes”;

Salmo 104: “Cantemos la grandeza del Señor”;

San Mateo 10,24-33: “No tengan miedo a los que matan el cuerpo,

pero no pueden matar el alma”.

 

En días pasados comentábamos con un grupo de personas cómo han cambiado las costumbres de nuestros pueblos. Uno de los fenómenos que más nos llamaba la atención era la situación de nuestras casas. Antes estaban todas las puertas abiertas y todos podíamos entrar y salir de la casa de los vecinos, saludándonos, gritando y riendo. Ahora las puertas están cerradas y las ventanas tienen protección.

Los ladrones, los secuestros, las invasiones, nos hacen temblar y tenemos miedo. Y esto ha modificado toda nuestra vida. Vivimos con desconfianza y ocultos de los demás.

A quien se ha atrevido a publicar verdades o a manifestar inconformidades ante las mentiras y las injusticias, lo persiguen y lo amedrentan, hasta hacerlo claudicar.

Ciertamente el miedo paraliza y oscurece las decisiones. Cristo lo sabe y hoy nos invita a seguir su ejemplo. Sabe que anunciar el Reino provoca conflictos, pero asegura a sus discípulos una presencia especial de Dios su Padre. Hace la poética comparación del cuidado que Dios tiene de los pajarillos y nos asegura que tiene mucho más cuidado de nosotros.

Su invitación es a mantenernos firmes confiando en el brazo fuerte del Señor, pero también es una invitación al discernimiento para descubrir dónde se encuentra el verdadero enemigo. Por más rejas que pongamos y por más ventanas que cerremos, si el mal lo tenemos en casa y en el corazón, de nada nos sirve. Nos hemos cuidado del ladrón pero hemos permitido que nos roben la inocencia dentro de nuestros hogares. Hemos colocado barrotes pero nosotros mismos introducimos la ambición, el egoísmo y la mentira en nuestros hogares.

Cuidamos el cuerpo y nuestras pertenencias, pero hemos descuidado los valores y acabamos destruyendo o poniendo en peligro nuestra persona y la de los seres queridos. ¿A qué enemigos les hemos permitido entrar en casa y son de peligro para la salud espiritual de la familia? ¿Cómo podemos descubrirlos y cómo podremos vencerlos?

 

Obispo Coadjutor de San Cristóbal de las Casas

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