1) Para saber
En este tiempo pascual nuestra esperanza se ve fortalecida con la certeza de la victoria de Cristo sobre la muerte y el mal. El Papa Francisco comparó esa esperanza cristiana con un ancla fija en el cielo: “Sólo tenemos que amarrarnos al cabo y seguir siempre adelante, porque estamos seguros de que nuestra vida es como un ancla que está en el cielo, fija en el lugar adonde llegaremos”.
El Santo Padre aseguró que el ancla es uno de los símbolos cristianos que más le gustan: “No es coincidencia que entre los símbolos de la esperanza cristiana esté el ancla. Expresa que nuestra esperanza no es vaga, que no se puede confundir con el sentimiento mutable de quien quiere mejorar las cosas de este mundo de manera fantasiosa, bastándose únicamente de su propia fuerza de voluntad”.
2) Para pensar
A continuación, unas palabras que un joven español en 2003 envió a san Juan Pablo II y que sirven para no perder la esperanza.
Querido Santo Padre:
Me llamo Guillermo Blasco. Tengo 19 años, pertenezco a una familia de seis hijos y estudio arquitectura técnica. Nací el día de la Inmaculada y la Virgen me ha llevado siempre bajo su manto. Mis padres me han educado en la fe.
El 15 de agosto de 1998, día de la Asunción, murió mi hermano Fernando en Irlanda en un atentado terrorista. Tenía 12 años. Este hecho marcó mi vida de adolescente. Esa misma noche, llamé a todos los hospitales de Irlanda. Al día siguiente, se confirmó la terrible noticia e, inmediatamente, fui a Misa con mi padre.
Entre la perplejidad y el miedo, una pequeña luz se encendió: Cuando mis padres perdonaron a los asesinos de mi hermano, su testimonio se grabó a fuego en mi corazón. Desde entonces tengo la convicción de que la Virgen ha intercedido por mi familia.
La muerte de mi hermano supuso un gran cambio, mi familia se unió como una piña, y gracias al ejemplo de mi madre, comencé a ir a Misa todos los días y comulgar. Descubrí que Jesús es el mejor amigo.
Fueron tiempos duros, pero la comunión diaria, y el testimonio cristiano de mis padres, mantuvieron a flote mi esperanza. Intento ofrecer cada cosa que hago: cada entrenamiento, cada lámina que dibujo…
Invito a los jóvenes a compartir el amor de María, de Cristo, el Amigo fiel que nunca permite que nos sintamos solos, que sólo nos pide que le dejemos llenar nuestro corazón de su amor.
Gracias Santo Padre, gracias Amigo, por enseñarnos que María es el camino más corto para llegar a Cristo.
Guillermo Blasco
3) Para vivir
La esperanza cristiana encuentra sus raíces no en el atractivo del futuro, sino en la seguridad de que Él nos ha garantizado que no nos abandonará nunca. ¿Por qué habríamos entonces de tener temor? Con esta promesa, los cristianos pueden caminar por todas partes, afirmó el Papa Francisco.
Nuestro Dios no es un Dios sentado, secuestrado en un cielo lejano. Es un Dios apasionado del hombre. Si nuestro corazón se enfría, el suyo permanece incandescente. Nos acompaña siempre, incluso aunque nos olvidemos de Él. Y no sólo nos espera al final de nuestro largo viaje, sino que nos acompaña en cada jornada… ¿Y por qué hace eso? Simplemente porque nos ama. Dios no nos abandonará en el tiempo de la prueba y de la oscuridad, concluyó el Papa.
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