Una persona normal no se alegra por la muerte provocada y sin escrúpulo de un animal. Pero una persona normal tampoco debería poner en tela de juicio el peligro que supone un animal salvaje para una vida humana. Pasó en el zoológico de Cincinnati: un niño de cuatro años cae a la jaula de un gorila y tras unos minutos el personal del parque, ante la amenaza que el animal de 180 kilos supone, decide matarlo para salvar al niño.
Por las redes sociales comienza a circular el video (en no pocos casos recortando las escenas en que el gorila arrastra y zarandea al niño por el agua) y cómo terminaron las cosas. Muy pronto las asociaciones animalistas comienzan a organizar manifestaciones que van desde pedir el despido del trabajo de la madre del niño hasta el cese del director del zoológico. Incluso en la plataforma de firmas online Change.org se llegó a las 300 mil firmas para exigir que los padres del niño paguen los costos y asuman las responsabilidades por la muerte de Harambe, el gorila de 17 años.
Resulta sintomático que hasta el momento apenas haya quienes conozcan el nombre del niño mientras que todo mundo conoce el nombre del gorila. Resulta sintomático que apenas si hay quién se preocupe por el estado actual del niño después de la zarandeada del primate (la policía ha confirmado que el infante está herido) mientras que las manifestaciones de “solidaridad” hacia Harambe se multiplican (siempre más dentro que fuera de las redes sociales).
¿Hay alguien que no sea capaz de ver en esto una pizca de discriminación contra la madre del niño, Michelle Greg? ¿Por qué se le acusa, acosa y culpa del accidente? Se dice que es una mala madre por no cuidar a su hijo pero, ¿los accidentes no les pasan también a las madres buenas? Qué raro que las feministas no haya salido a defender a esta señora pues ¿no es también responsabilidad del padre cuidar del hijo? “Somos una sociedad que juzga muy rápidamente el que un padre puede perder de vista a sus hijos y todo el mundo sabe que yo siempre mantengo a los míos vigilados. Los accidentes ocurren y yo estoy agradecida de que las personas correctas estuvieran en el lugar correcto. Gracias a todos los que me ayudaron a mí y a mi hijo”, escribió Michelle en su cuenta de Facebook. Cuenta que ha tenido que cerrar por el acoso recibido.
Es verdad que se puede discutir sobre las medidas de seguridad que deben poseer los zoológicos, sobre si no era más efectivo sedar al gorila (aunque la sedación suponga dejar pasar tiempo para que la sustancia haga efecto) o un sinfín de cosas más. Pero ante el hecho puro y duro de un niño ante un animal de la magnitud de Harambe, ¿se puede dudar del valor singular de la vida humana con nombre y apellidos concretos? Tal vez quien duda es porque el que estaba ahí no era su hijo. O él mismo.
No hay que alegrarse por la muerte de Harambe. Pero sí hay que alegrarse porque hay un niño vivo con sus padres.
@voxfides
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