El gran reto del cristianismo hoy no es el islamismo ni el protestantismo, es el nuevo paganismo. El último reducto del paganismo antiguo estaba en el campo rural, último lugar donde llegó el cristianismo en la época del Imperio Romano. Hoy el nuevo paganismo florece en las ciudades.
El paganismo fue la cosa más grande del mundo antiguo. Tenía tres características que lo hacían grande, y que por cierto faltan en el nuevo paganismo: sentido de la piedad; sabían que había algo mayor que uno mismo; unida a esta humildad iban la moderación y la templanza, especialmente en la civilización clásica. En el templo de Apolo había dos inscripciones: “Conócete a ti mismo” y “Nada en demasía”.
Esta natural modestia y este respeto contrastan con la actitud arrogante del nuevo paganismo de Occidente. En Oriente las sociedades aún conservan el sentido de respeto y reverencia. En Occidente eso no se entiende y se interpreta como hipocresía.
El nuevo paganismo implica la virtual divinización del hombre, es la religión del hombre que se postula a sí mismo como un nuevo dios. Uno de sus slogans más populares, repetido por miles de cristianos es “el hombre tiene un valor infinito”. Se quiere construir un paraíso en la tierra y una salvación secular. Otra palabra que denomina al nuevo paganismo es Humanismo.
El segundo ingrediente del antiguo paganismo es que las reglas morales eran absolutas e incuestionables, como en el cristianismo, normas dadas en la naturaleza de las cosas.
El nuevo paganismo es situacional y pragmático. Dice que nosotros somos los que hacemos los valores morales. No sólo encuentras la ley moral inscrita en el corazón, sino escrita por el corazón. No conoce la divina Revelación porque nadie puede decir que los valores de otro son erróneos.
La frase favorita del nuevo paganismo tomada de la Escritura es “no juzgues”. El único juicio permitido es el juicio en contra del juicio. Lo único malo es tener la idea de que existe un mal real; como el hombre -no Dios- es el origen de los valores, “no impongas tus valores a otros”.
Esto es politeísmo -muchos dioses, muchos bienes, muchas moralidades-, nadie cree en Zeus, Apolo o Neptuno, pero el relativismo moral es el equivalente al viejo politeísmo. Nos hemos convertido en un dios o diosa que da su propia ley en vez de recibirla.
Un tercer ingrediente del antiguo paganismo pero no del nuevo, es el temor a algo trascendente. Los antiguos paganos poseían el sentido de adoración y de misterio. Adoraban a Zeus, a Baal o a las vacas, pero adoraban algo. En el mundo moderno el sentido de adoración está muriendo. La religión moderna es desmitologizante, desdivinizante. Dios no es el Señor sino el Todo, no es sobrenatural sino natural.
El panteísmo es confortable y es el moderno sumo bien. El panteísmo no tiene sentido del pecado, pues el pecado implica separación, y nadie se puede separar del Todo. Así que este tercer rasgo donde no hay trascendencia se conecta con el segundo, no hay moral absoluta. El nuevo paganismo rechaza “el temor de Dios”.
El nuevo paganismo está haciendo grandes logros, no por enfrentarse a la religión sino por infiltración. Es más astuto que el antiguo paganismo. Sabe que oponerse nunca ha funcionado, pues “la sangre de los mártires es semilla de nuevos cristianos”. Cuando China permitió que entraran misioneros, hubo dos millones de conversiones en 60 años; cuando Mao y el comunismo persiguieron a la Iglesia hubo 20 millones de conversiones en 20 años.
El nuevo paganismo está uniendo la fuerza de tres enemigos del teísmo: humanismo, politeísmo y panteísmo. Hay sólo cinco posibilidades para encontrar el último sentido a la vida: ateísmo (no hay Dios), humanismo (el hombre es un dios), politeísmo (muchos dioses), panteísmo (un dios inmanente), y teísmo (un Dios trascendente). La guerra de los cinco Reyes en el Valle de Armagedón, puede estar empezando en nuestra era. Las predicciones son poco sabias; sin embargo, para algunos observadores los signos de los tiempos apuntan a un momento crucial, el fin de una era.
La Nueva Era (la “Era Acuario”) constituye una bomba de relojería para las religiones, ya que es una completa “gnosis” o visión integral de la realidad. No se enfrenta con ninguna religión sino que se instala en ellas, e incluso utiliza su mismo lenguaje y sus mismos símbolos, pero les da un sentido completamente diferente.
El movimiento de la Nueva Era combina todos los rasgos mencionados bajo el título de nuevo paganismo. Es un movimiento difícil de definir pues se metamorfosea, como el sida. Es un movimiento desorganizadamente organizado, un reflorecimiento de la excentricidad de los años 60, más que una agenda centralizada. Pero las estrategias se conectan en tres lugares. Puede no haber una conspiración en la tierra que unifique a los enemigos de la Iglesia, pero la estrategia del infierno es más fuerte que la estrategia de la tierra. Sólo hay una cosa más fuerte que la estrategia del infierno: la estrategia del cielo.
El triunfo del demonio, la muerte de Dios, se resuelve en el abatimiento del demonio y en la redención de la humanidad, el Viernes Santo. Porque Dios, que dijo la primera palabra, también dirá la última.
From Fundamentals of the faith.
Traducción hecha por Rebeca Reynaud.
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