El viaje del Papa Francisco a Estados Unidos sobrepasó cualquier expectativa. Tuvo tres grandes momentos: el discurso ante el Congreso, su intervención en la ONU y la Jornada Mundial de las Familias. Tenemos en acción una Iglesia madura que ha asimilado el Concilio Vaticano II. La Barca de Pedro navega en mar abierto y va mucho más allá del pontificado de Francisco.
1.- El Papa ha mostrado un modo de proceder, como Iglesia, ante el mundo. Un trato sencillo, sin pretensiones, alegre, acompañado de un discurso claro y contundente, imposible de reducirse a ideología alguna y menos a la geometría política; pero siempre en diálogo. Su discurso ante la ONU dejará larga huella.
2.- La Iglesia debe hacerse una con la cultura en la cual anuncia el Evangelio. Fue notable el discurso del Papa ante el Congreso. Articuló su mensaje a través de cuatro personajes de la historia de Estados Unidos: Abraham Lincoln, Martin Luther King, Doris Day y Thomas Merton. Con ellos desarrolló la posición de la Iglesia ante diversos problemas del vecino del norte. La afirmación de la libertad religiosa como el primer y más importante derecho; la lucha por los derechos ciudadanos, con especial énfasis en quienes sufren persecución y marginación, empezando por los migrantes de Medio Oriente y América Latina, a quienes se debe aplicar la regla de oro, “haz a los demás como quieras que hagan contigo”; la batalla contra la pobreza y por la naturaleza; el combate a la venta de armas cuyo dinero “está manchado de sangre”; la importancia de Dios en una cultura abierta al diálogo en la esperanza.
3.- Me lama la atención la presencia de Dorothy Day y Thomas Merton, quienes se convirtieron al catolicismo después una larga e intensa búsqueda. Day, cuya causa de beatificación está en curso, fue una mujer que hizo de la oración la fuerza de su compromiso social, y del “personalismo” la filosofía que le permitió articular sus ideas hasta abrazar a obreros y mendigos en el Movimiento de los Trabajadores Católicos, aún con notable presencia. Merton, místico y monje trapense, fue uno de los grandes maestros de la espiritualidad del siglo XX, quien se tornó en gran protagonista del diálogo ecuménico, interreligioso e intercultural en su infatigable lucha por la paz. El mensaje lanzado a los católicos del mundo me parece contundente: nuestra fe debe hacernos contemplativos en la acción, para guiarnos por la esperanza, en la caridad. Cada cultura y tradición tiene sus contemplativos en la acción. Por ejemplo, el ahora ya santo fray Junípero Serra, a quien canonizó en Nueva York, para los hispanos.
4.- Francisco hizo recuento de un conjunto de “aspectos irrenunciables de la misión de la Iglesia que pertenecen al núcleo de lo que nos ha sido transmitido por el Señor”, como son “las víctimas inocentes del aborto”, niños, inmigrantes, jóvenes, ancianos, enfermos, el medio ambiente devastado, el tráfico de armas y, sobre todo, la promoción de la familia. Marcó un horizonte de misericordia, no hizo la lista del Súper.
5.- El Papa mostró esta forma de ser Iglesia que, en seguimiento de Jesús, hace suyos: “el gozo y la esperanza, la tristeza y la angustia de los hombres de nuestro tiempo, sobre todo los pobres y afligidos […] y no hay nada verdaderamente humano que no tenga resonancia en su corazón”. (CV2, Constitución Pastoral sobre la Iglesia en el mundo actual).
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