Después de pasar unos días con unos queridos amigos y de ver que cada vez que vamos a su casa, nuestros hijos se la pasan genial y el buen humor les dura un buen tiempo, me di cuenta lo importante de tener buenas amistades basadas en algo trascendente, en algo más grande que el querer tener el mismo celular o querer al mismo niño como novio o tener como ídolo al mismo cantante que por cierto, es el que está de moda. La amistad debe estar basada en la roca firme que nos da la estabilidad a pesar de las tormentas, debe estar basada en Cristo.
Hoy quiero compartirles 5 tips para que nuestros hijos tengan buenas amistades.
PRIMERO. Enséñalos a ser sinceros.
La base de cualquier relación son la confianza y la sinceridad ya que si no existen, las relaciones no pueden ser plenas.
No se vale que estén hablando mal de las personas y de sus actitudes detrás de ellos y cuando están presentes los traten como si nada.
Es muy importante que sean coherentes, que actúen conforme a lo que piensan y que también sepan enfrentar las consecuencias de sus actos.
Cuando mis hijos intentan tener este tipo de actitudes, los llevo a un lugar apartado y platico con ellos para que comprendan que no deben actuar así. No siempre es fácil que me entiendan porque ellos sienten que tienen la razón pero procuro hacerles ver que no es así y les pido que ofrezcan a Dios el sacrificio de no comportarse así.
SEGUNDO. Que no basen su amistad en lo pasajero.
Ya que en cuanto se acaba o pasa la moda, la amistad se termina. Si queremos tener verdaderas y duraderas amistades debemos fundarlas en lo trascendente, en lo que es verdaderamente importante en la vida.
Para eso, desde muy pequeños les enseñé a mis hijos a que no consideraran como amigos a todos sus compañeros sino que buscaran a quienes tenían cosas en común con ellos, además de ir en el mismo salón de clases.
Al principio les costó mucho trabajo, pero con el tiempo fueron comprendiendo y ahora son capaces de tener amigos, verdaderos amigos, con ideales en común y con Cristo a la cabeza de sus vidas.
Con esto no quiero decir que a los que sólo son sus compañeros deban hacerles groserías o ignorarlos, pero sí creo que hay diferentes niveles de relacionarse y que ellos deben comprender en que círculo se encuentra cada relación.
Y con esto podrán tener amistades que aunque no se vean todos los días, cuando se encuentran las cosas son como la primera vez. Mis hijos tienen a unos amigos que hicieron en el equipo de fútbol, pero ahora ya no los llevo a ese equipo y Juan y Luisito los buscan para que nos reunamos los días que tienen consejo técnico o los fines de semana para jugar y hasta hacen méritos para que su mamá los deje.
¡Qué padre que el deseo de ver a sus amigos los mueva para obedecer y hacer sus labores!
TERCERO. Nada de prejuicios.
Si hay algo que puede lastimar las relaciones y sobre todo las amistades son los prejuicios.
Pero, ¿qué es esto en realidad? Un prejuicio es cuando uno se hace una idea sobre alguien sin tener la información completa o sin tomar en cuenta el entorno de una situación.
Los prejuicios son muy dañinos porque lo que provocan es que uno crea que es verdad lo que se ha imaginado o ha deducido de algo o alguien.
Siempre es mejor platicar y pedir una explicación si es que se quiere continuar con la amistad.
Y claro que va de la mano con la sinceridad. ¡Siempre es mejor aclarar las cosas que seguir haciéndose telarañas en la cabeza!
CUARTO. Que salgan de sí mismos para buscar el bien del otro.
Cada vez que nos reunimos con estos amigos pasan cosas muy lindas porque al principio mis hijos imponían sus gustos sobre los deportes y terminaban jugando a lo que ellos querían.
Pero de un tiempo para acá las cosas han cambiado para bien porque han dejado de imponer sus gustos y ahora buscan que todos estén contentos, aunque esto signifique dejar de jugar a lo que ellos quieren.
El ejemplo más claro es que a ellos les gusta mucho el futbol, pero a su amigo le encanta el basquetbol y ahora hasta han organizado una liga de basquetbol fantasy para tener otro espacio de convivencia con su amigo.
Dejaron el “yo” para dar paso al “nosotros” y eso me dice que ahí se está madurando una amistad fuerte basada en las personas y no en las cosas.
Y QUINTO. Que den más de lo que esperan recibir.
Esto es básico porque si sólo actúan buscando recibir corren el riesgo de volverse egocentristas y provocar que todo gire en torno suyo lo que hace una relación difícil y monótona, por lo mismo aburrida para los demás.
Cuando logramos que nuestros hijos den lo mejor de sí mismos para que la amistad madure logramos tener hijos generosos, desprendidos y adaptables.
Con mis hijos hemos logrado que se venzan a sí mismos para dar paso a actitudes de donación, al grado de dejar de comer algo para que los otros tengan.
Las amistades son muy importantes porque somos seres sociales que necesitamos más gente a nuestro alrededor y que mejor que sean personas que piensan, sienten y actúan como nosotros para lograr pasar momentos llenos de alegría y amor cada día.
No en vano dice el dicho: Quien ha encontrado a un amigo ha encontrado un tesoro.
Te puede interesar: Bienaventuranzas (I). En búsqueda de la felicidad
* Las opiniones expresadas en esta columna son de exclusiva responsabilidad del autor y no constituyen de manera alguna la posición oficial de voxfides.com