1) Para saber
Una pequeña niña llamada María Isabel jugaba con su hermanito en casa de sus abuelos. En eso llegó el abuelo de la calle con unos paquetes y un ramo de flores. La abuela salió a recibirlo y el abuelo le dio un beso mientras le daba las flores. Entonces la nieta, que no perdía detalle, exclamó: “Abuelo, ¡estás enamorado!”.
Ojalá los hijos pudieran decir eso de sus padres al ver las manifestaciones de cariño que se tienen sus padres. El mutuo cariño de los padres es fuente de alegría para los hijos y una escuela para aprender a expresar su amor. El papa Francisco queriendo fortalecer la vida conyugal y familiar, dedicó este año a la familia: para crecer en el amor familiar como un antídoto contra los individualismos extremos y egoístas. Un ejemplo lo da un matrimonio en que ambos alcanzaron la santidad: Luis Martin y Celia Guérin, padres de Santa Teresita del Niño Jesús.
2) Para pensar
El pasado 12 de julio se celebró la fiesta de Luis y Celia, fecha del aniversario de su casamiento. Ha sido la primera vez que los dos cónyuges son canonizados a la vez, lo hizo el papa Francisco en 2015.
Antes de casarse ambos buscaban la santidad y pensaron que era la vida consagrada. Luis Martin entró a un monasterio agustino, pero le dijeron que esa no era su vocación. Celia, una mujer dinámica llena de realismo y de buen humor, trató de ingresar con las Hermanas de la Caridad, pero debido a su delicada salud no fue aceptada. Sin embargo, Dios les tenía la vocación del matrimonio: se conocieron y casaron felizmente. Les hacía ilusión tener muchos hijos misioneros. Celia rezó para que Dios le diera muchos hijos que pudieran consagrarse a Él. Dios la bendijo con nueve hijos: cuatro de ellos murieron poco después de ser bautizados, mientras que las otras cinco hijas fueron religiosas. Una de ellas, Santa Teresita del Niño Jesús. De otra, Leonia, está abierta la causa de su beatificación.
En su autobiografía, “Historia de un Alma”, Santa Teresita los elogia: “unos padres incomparables… una madre y un padre más dignos del Cielo que de la tierra”.
3) Para vivir
Luis y Celia vivían la caridad: con frecuencia invitaban a pobres a cenar a su casa, y visitaban a los ancianos, enseñando a sus hijas a tratar con amor a los desfavorecidos. Su fuerza estaba en la oración y los Sacramentos, iban todos los días a Misa a las 5 y media de la mañana y se confesaban con frecuencia.
Santa Teresita decía que fue en su familia donde conoció el amor de Dios y del prójimo, pues de “haberme educado unos padres sin virtud yo habría sido muy mala”. La armonía del matrimonio era total, tenían claro su objetivo: Educar a sus hijos para amar a Dios y a los hombres. Dios era la razón de su familia. Sabían que en la familia se vive amor, fe, perdón, ternura, paciencia, cariño y alegría. Vivieron desde la fe momentos penosos como la enfermedad mortal de la madre, cuyas últimas palabras siempre las recordó su hija: “Debemos estar siempre en disposición de aceptar la Voluntad de Dios, porque Él siempre quiere lo mejor para nosotros”.
Muchos matrimonios nos recuerdan que el fiel laico tiene el compromiso de evangelizar, comenzando en su familia. Así crece la Iglesia, comentó el papa.
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