1) Para saber
Cuando se reúnen un grupo de amigos, en ocasiones se suscita una discusión sobre aspectos morales, si algo está bien o está mal… Muchas de esas cuestiones ya han sido estudiadas y resueltas por la Iglesia y escritas, por ejemplo, en el Catecismo de la Iglesia Católica. A veces bastaría consultarlo para salir de dudas.
Sin embargo, hay otras dudas muy particulares, concretas, y unas complejas, que hay que saber aplicar con prudencia los principios universales. Uno podría sentirse confuso sobre la decisión a tomar. Para ello, recomienda el Papa Francisco, hay que saber escuchar al Espíritu Santo para saber discernir sobre el bien y el mal.
Con ocasión de la solemnidad de Pentecostés, con la que termina el tiempo pascual, el Papa ha reflexionado sobre la importancia de estar atentos a lo que el Espíritu Santo nos inspire.
2) Para pensar
Se cuenta que desde la Bahía de Nueva York hasta donde comienza el agua profunda del mar, se extiende un canal de casi veintiséis kilómetros de largo y sumamente angosto.
En años pasados era bastante difícil navegar en el canal cuando había neblina o tempestad. Entonces, alguien ideó el plan de poner un cable, en el fondo del río arenoso, que trasmitiese signos eléctricos a través del agua, guiando así a los barcos a caminar por el centro del canal hasta llegar al mar, evitando bancos de arena u otros obstáculos.
Los cristianos también tenemos alguien que nos guía para evitar obstáculos y poder llegar a feliz término en la vida. Se trata del Espíritu Santo, que con sus inspiraciones nos advierte cuando no vivimos en la forma debida y podamos rectificar. Tal como la señal eléctrica, el Espíritu Santo nos protege de los bancos de arena del pecado.
Por ello, el Papa Francisco nos invita a preguntarnos, “¿soy capaz de escuchar al Espíritu Santo?; ¿soy capaz de pedir inspiración antes de tomar una decisión o de decir una palabra o hacer algo? ¿Pido que me guíe por el camino que debo escoger en mi vida y también todos los días?”
3) Para vivir
El Espíritu Santo nos quiere conducir al bien, pero es preciso querer escucharlo. Hay algunos corazones, seguía diciendo el Papa, que si hiciésemos un electrocardiograma espiritual, el resultado sería lineal, no se mueven, no tienen emociones. En los evangelios los encontramos en los doctores de la ley: eran creyentes en Dios, sabían todos los mandamientos, pero su corazón estaba cerrado, no se dejaban “inquietar”.
El Papa invitó a dejarse “inquietar” por el Espíritu Santo, a ser sensibles a su inspiración, no rechazarla: ‘‘He sentido el deseo de hacer esto, de ir a visitar a ese enfermo o de cambiar de vida y dejar esto…’. Sentir y discernir: discernir aquello que siente mi corazón, porque el Espíritu Santo es el maestro del discernimiento”.
“Una persona que no tiene estos movimientos en el corazón, que no discierne qué sucede, es una persona que tiene una fe fría”, añadió el Papa.
Apunta San Josemaría Escrivá: “la tradición cristiana ha resumido la actitud que debemos adoptar ante el Espíritu Santo en un solo concepto: docilidad. Ser sensibles a lo que el Espíritu divino promueve a nuestro alrededor y en nosotros mismos” (Es Cristo que pasa, n. 130).
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