El viejo anhelo de John Boehner, líder de la Cámara de Representantes de Estados Unidos, de escuchar en el Congreso a un jefe de la Iglesia Católica se cumplió el 25 de septiembre cuando Francisco habló en sesión conjunta del cuerpo legislativo, abogó por los migrantes y cuidar el cambio climático, condenó la venta de armas y pena de muerte ante una mayoría republicana que la practica en 31 estados de la Unión.
Con decisión e inglés pausado, el primer Papa nacido en este Continente fue el primero en hablar en el Capitolio; defendió la vida y condenó el aborto y el matrimonio gay, como en otro foro dijo que hay que dar a la mujer mejor lugar en la Iglesia.
Al reiterar su apoyo a los migrantes, les pidió que no se avergüencen de sus raíces y tradiciones, sino con ellas enriquezcan la vida de su nueva nación y ayuden a renovar a la sociedad desde dentro.
Esa reunión con Francisco la presidieron dos católicos declarados: Joe Biden, vicepresidente de EU y presidente del Senado, y Boehner, con ojos rasados de lágrimas por la emoción.
Fueron momentos cumbres del periplo de 9 días de Su Santidad por Cuba, Wáshington, Nueva York y Filadelfia, durante el cual sacudió las conciencias y difundió el mensaje de la Iglesia sobre las cuestiones actuales prioritarias: atención a la niñez y desvalidos, condena de los pederastas, unidad de la familia y consolidación del matrimonio para hacer de la Tierra un planeta más habitable.
El 267 jefe de la cristiandad, tras la renuncia de Benedicto XVI, imprimió a su principal viaje al exterior el sello de su personalidad de acercarse a la gente, escuchar y atender sus necesidades, visitar cárceles, conventos de religiosas olvidadas y barrios depauperados, para llevarles el aliento del Evangelio.
Si en Cuba fue el diplomático y, según críticos anticastristas, se allanó a la dictadura castrista y no contactó a la disidencia, a petición del régimen, que le transmitió el cardenal Jaime Ortega, quien destacó la libertad de 3,328 presos por el viaje del Pontífice y en gratitud a su gestión clave para que EU reanudara relaciones y empiece a romper el bloqueo político y económico que impuso a la Isla hace 50 años.
En la tierra de Martí predicó “la revolución de la ternura y la misericordia”.
Horas después del discurso del Papa ante el Congreso, desde cuyo balcón saludó a 50 mil almas que agradecieron su mensaje con nutrida ovación, el congresista Boehner renunció a presidir su cámara y a su carrera política, en rechazo al intolerante caucus que domina el Partido Republicano y a EU y al racismo exacerbado de Donald Trump, su precandidato presidencial.
La condena de Bergoglio a la xenofobia republicana abrió, sin duda, nuevas perspectivas a la aprobación de la Reforma Migratoria; exhortó en especial a los hispanos a sentirse orgullosos de su origen y a dar lo mejor suyo al país que hoy los cobija.
Francisco cimbró a la Unión Americana y al mundo. Ahora esperemos que el Sínodo de obispos sobre la Familia tome providencias para acercar al redil a tantas ovejas regadas, mediante la misericordia de quien dijo que no vino a buscar a los justos, sino a los pecadores.
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