1) Para saber
Las personas humanas tenemos un valor privilegiado sobre toda la creación, pues además de que somos creados a imagen y semejanza de Dios, nos ha creado libres para hacernos partícipes de su vida bienaventurada en el Cielo. De aquí provienen los derechos que tenemos y que han de ser respetados.
Un derecho que en los últimos años, con motivo de la proliferación de la transmisión de la información, se ha atentado contra él es el derecho a la intimidad. El papa Francisco lo advierte en su encíclica “Fratelli Tutti”: “Todo se convierte en una especie de espectáculo que puede ser espiado, vigilado, y la vida se expone a un control constante. En la comunicación digital se quiere mostrar todo y cada individuo se convierte en objeto de miradas que hurgan, desnudan y divulgan, frecuentemente de manera anónima” (n.42).
Es necesario mantener el respeto que se merece cada uno, sin pretender ser dueño de su información para manipularla y divulgarla al antojo.
2) Para pensar
Respetar a la persona implica respetar sus creencias. Sin embargo, a veces la intolerancia ha conducido a la violencia sin respetar los derechos que tienen las personas. Eso acontece, por ejemplo, en las persecuciones donde no se respeta la libertad de culto. Hace días fue beatificado en la Basílica de la Sagrada Familia, en Barcelona, un joven que murió a los 19 años a causa de la intolerancia religiosa. Se trata de Joan Roig Diggle que murió mártir por su fe cristiana.
Joan Roig fue un joven laico que fue asesinado a los inicios de la Guerra Civil española. La noche del 11 de septiembre de 1936, unos milicianos golpearon la puerta de la casa de Joan. Por permiso especial, guardaban Sagradas Formas en su casa, por lo que, presintiendo lo que iba a pasar, para que no se fuera a cometer una profanación, consumió todas las Sagradas Formas y se despidió de su madre diciéndole “Dios está conmigo”. Joan Roig fue asesinado de cinco tiros dirigidos a su corazón y uno de gracia en la nuca. Las últimas palabras que salieron de sus labios fueron: “Que Dios os perdone como yo os perdono”.
Uno de sus biógrafos aseguró que el único motivo por el cual lo mataron fue porque era católico, y murió porque no tenía miedo de defender a Cristo.
3) Para vivir
Es preciso saber respetar la dignidad de cada persona y sus derechos. Un peligro de los dispositivos digitales, como los celulares, es que al perder la cercanía personal, se hace fácil caer en la transgresión con una frase o una burla. Señala el papa que esto favorece la ebullición de formas insólitas de agresividad, de insultos, maltratos, descalificaciones, latigazos verbales hasta destrozar la figura del otro. Lo que no haríamos si tuviéramos a la persona enfrente, sí se hace anónimamente, haciendo pedazos el respeto al otro. La agresividad social encuentra en los dispositivos móviles y ordenadores un espacio de ampliación sin igual.
Se requiere contrarrestar esa ola de violencia. Decía san Josemaría Escrivá que “hay que ahogar el mal en abundancia de bien”. Así seremos sembradores de la paz de Cristo.
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