Cabeza de familia

Hagamos vida el Padre Nuestro en nuestra familia

A propósito del día del Padre, me puse a pensar que muy a menudo repetimos el Padre Nuestro sin darnos cuenta lo importante que es, pues fue Jesús mismo el que nos ha enseñado a llamarle a Dios “Padre” (Mateo 6, 9-13) y es una forma real de reconocer a Dios como nuestro Padre y de sentirnos verdaderos hijos suyos.

A veces es difícil verlo así, pero si Jesús nos lo enseñó es porque al Padre le gusta y nosotros deberíamos educar a nuestros hijos para que lleven a la práctica todo lo que la oración dice, por eso aquí te dejo mis 5Tips para lograrlo.

PRIMERO. Que pongan a Dios como lo primero en su vida.
Primero hay que reconocer que Dios es nuestro Padre y que, aunque está en el cielo, está con nosotros siempre, así podremos darle su lugar y la alabanza que merece.

Como somos humanos y nuestra inteligencia es muy concreta, necesita de figuras tangibles, que sean conocidas y que podamos comprender para relacionarnos con Dios, es así que la figura más cercana que tenemos con Dios Padre es nuestro papá.

Por esto es tan importante que los papás sean dignos de representar a Dios en nuestras familias y se comporten conforme a lo que Dios haría con sus hijos.

Es necesario que sean cercanos y cariñosos con sus hijos y a la vez que los eduquen y corrijan con amor, tal como lo hace Dios con nosotros, de otra forma no podrán tener una figura adecuada de Dios y la vida espiritual será mucho más difícil para ellos y no podrán sentir el Reino de Dios cercano.

SEGUNDO. Que aprendan a hacer la Voluntad de Dios en todo momento.
Como lo decimos en el Padre Nuestro, debemos buscar hacer la Voluntad de Dios en todo momento, a pesar de que no siempre vaya conforme a nuestra voluntad o no esté acorde a nuestros pequeños intereses humanos.

Dios siempre sabe lo que es mejor para nosotros y nos lo hace ver con diferentes signos, pero nosotros no siempre estamos dispuestos a verlos y discernirlos.

En ocasiones, aunque sabemos que algo no es voluntad de Dios nos empeñamos en hacer las cosas a nuestro estilo y al final, las cosas no salen tan bien, es entonces cuando nos damos cuenta que es mejor buscar hacer la voluntad de Dios, haciéndola propia.

Nuestros hijos no nacen sabiendo todo esto, por lo que es necesario que nosotros los eduquemos en este estilo de vida y que poco a poco y de la mano, les ayudemos a discernir cual que la Voluntad de Dios en cada momento y que se apliquen a hacerla, aunque no sea tan grato o aunque implique de entrada algún sacrificio.

Es necesario que les expliquemos que al final, la obediencia a Dios, da frutos de paz.

Esto lo podemos fomentar en nuestros hijos si les acostumbramos a hacer oración antes de tomar alguna decisión importante. Y después, debemos ayudarles a ir corrigiendo el rumbo si vemos que se van alejando de la Voluntad de Dios, siempre con amor y con la intensión de hacerles un bien.

TERCERO. Que aprendan a confiar en Dios y que sepan hacer lo que les toca.
Al decirle a Dios “danos hoy nuestro pan de cada día”, estamos pidiéndole que no nos deje de su mano y que nos dé lo que necesitamos para vivir.

Esto es un ejercicio de confianza en Dios ya que no le estamos pidiendo algo en particular sino lo que es necesario para vivir conforme a su Voluntad.

Lo principal es que enseñemos a nuestros hijos a abandonarse en las manos providentes de Dios y que aprendan a ser felices con lo que Dios nos da, pues sabemos que será lo que necesitamos y que no nos dejará solos, siempre que nosotros le dejemos estar presente en nuestras vidas.

Pero, esto también implica hacer lo que nos toca para tener lo necesario. Es importante que trabajemos para ganar el sustento, que no hagamos trampas para tener lo que necesitamos, que seamos honestos y coherentes con nuestras creencias y que si le decimos a Dios que ponemos nuestra confianza en Él, lo dejemos ser quien provea de las gracias que necesitamos, tanto en el plano material como en el espiritual.

Una forma muy concreta de que nuestros hijos comprendan esto y que le ayuden a Dios es que aprendan a no desperdiciar las cosas.

Es necesario que nuestros hijos valoren lo que Dios nos da en su infinita providencia y que aprendan a cuidarlo. Así podemos ir poniendo metas concretas para ahorrar y no desperdiciar, como puede ser, que se coman todo lo que les damos de comer y nosotros procurar servirles lo que es posible que coman.

Otra forma es que no dejen prendida la luz cuando salgan de las habitaciones, así colaboramos a que los bienes materiales y los recursos se aprovechen al máximo. Con esto le damos gloria a Dios porque reconocemos la grandeza de su creación y el amor infinito que nos tiene.

CUARTO. Que aprendan a perdonar a todos.
El perdón es un don que Dios nos da, pero también debe ser un ejercicio de virtud y para eso debemos educar a nuestros hijos para que perdonen lo más pronto posible y sobre todo que olviden la falta y que justifiquen al que le ha agredido.

En el Evangelio de Mateo 5, 38-42 Jesús nos dice cómo debemos actuar en estos casos tanto de injusticias, como de injurias, abusos y malos tratos; siempre poniendo la otra mejilla.

Esto implica un estilo de vida especial, que ve más el tú y menos el yo. Y esto solo lo logramos inculcar en nuestros hijos con el ejemplo.

Nosotros debemos perdonar y olvidar, poner la otra mejilla y justificar y no tener actitudes como ojo por ojo y diente por diente, es decir, me la hace y me la paga.

Solo con nuestro ejemplo podrán nuestros hijos comprender esto, ya que el mundo y la sociedad actual nos presentan valores contrarios.

Además es necesario que aprendamos a perdonar para que seamos dingos de que Dios nos perdone. En la medida nosotros se perdonamos Dios perdonará nuestras faltas y pecados porque nos ama infinitamente y ve que nosotros nos esforzamos por cumplir lo que nos pide.

Y QUINTO. Que aprendan a no hacerles caso a las tentaciones y al demonio.
Las tentaciones son hasta cierto punto, algo natural por nuestra naturaleza caída, es decir, por el pecado original.

Es importante que nuestros hijos comprendan que las tentaciones no son pecados, las tentaciones son inclinaciones, insinuaciones o insidias del enemigo, que Dios permite para probar nuestra fe y pulirnos en el camino de perfección como lo hizo con Job (Job 1, 12)

Aún el mismo Jesús, al ser verdadero hombre, fue conducido por el Espíritu al desierto para ser tentado (Mateo 4, 1), pero Jesús no cayó en la tentación, por eso es nuestro ejemplo a seguir y nuestros hijos deben conocerlo para ver que es posible no caer en la tentación.

Es necesario que les digamos que cuando sientan una tentación hagan oración, pues así nos lo enseñó Jesús en el desierto.

Y dependiendo de la edad de nuestros hijos, nos lo cuenten para que les ayudemos a discernir si deben hacer caso a lo que sienten o mejor le ofrecen a Dios una oración y no le hacen caso a la tentación. Solo así aprenderán lo que deben hacer en estos casos.

También es necesario que les acostumbremos a hacer oración en familia para que tengan una vida de oración y sea más difícil que el enemigo les moleste, pues donde está Dios no puede hacer nada el enemigo como lo dice San Pablo, Si Dios conmigo ¿quién contra mí? (Romanos 8, 31)

Y es así que podemos llevar a la vida cotidiana el Padre Nuestro, siendo conscientes de que Dios es nuestro Padre amoroso y busca nuestro bien en todo momento y que Jesús nos enseñó a pedirle por medio de esta oración.

Te invito a que nos demos el tiempo para decir un Padre Nuestro en agradecimiento a nuestro Padre Dios y como intercesión para nuestros papás.

 

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