Espíritu Santo

Iglesia de “puertas abiertas”


1) Para saber

El Concilio Ecuménico Vaticano II fue convocado por san Juan XXIII. Se cuenta que la mañana en que el papa Juan le comunicó a su secretario su decisión para convocarlo, le comentó con su característico buen humor que pensaba que el papa no era asistido por el Espíritu Santo. El secretario se sorprendió, pues sabía que el Espíritu Santo asiste siempre a la Iglesia y en especial al papa. Entonces con delicadeza le peguntó al papa por qué lo decía. El papa sonriendo ante el desconcierto de su secretario le aclaró: “No se confunda Monseñor, efectivamente el Espíritu Santo no asiste al papa, sino que el papa es el asistente del Espíritu Santo”.

Con ello dejaba claro que quien conduce la Iglesia es Dios mismo y el papa sólo ha de obedecer las inspiraciones que recibe del Espíritu Santo.

El papa Francisco, siguiendo su reflexión sobre los Hechos de los Apóstoles, hizo referencia al primer Concilio en la Historia de la Iglesia que fue en Jerusalén. Al terminar, escribieron a Antioquía las conclusiones, comenzado su carta diciendo: “El Espíritu Santo y nosotros pensamos que…” Con ello mostraban cómo eran conscientes de que el Espíritu Santo es quien guía y acompaña a la Iglesia.

2) Para pensar

El papa Francisco refirió que la Iglesia tiene las puertas abiertas para todos, para que entre quien quiera, también los paganos y ateos, a todo el que sea dócil al llamado del Espíritu Santo.

Hace años, en un viaje de san Juan Pablo II a París, hubo una gran concentración de jóvenes en un famoso estadio deportivo llamado Parque de los Príncipes. Al terminar el acto, un joven se acercó y le grito: “Soy ateo, ¡ayúdeme!”. El papa se acercó al muchacho y, tomándole aparte, le dirigió unas palabras. Ya en Roma, el papa le dijo a su secretario que estaba preocupado, pues le parecía que su respuesta al joven ateo fue insuficiente y le encargó que lo localizaran. Aunque parecía una misión imposible, gracias a muchas personas que colaboraron y a las fotografías, encontraron al joven ateo. Le dijeron que el papa había pedido que lo buscaran para decirle que estaba preocupado y rezaba por él. El joven contestó que después del acto fue a una librería y compró el Nuevo Testamento. Al abrirlo y leer, encontró la respuesta a sus dudas. Ahora recibía clases de la fe católica y pronto sería bautizado.

Podemos afirmar que por la oración del papa y de muchos otros, el joven recibió la gracia del Espíritu Santo para su conversión. Pensemos con que actitud escuchamos al Espíritu Santo y si somos diligentes para poner por obra lo que nos inspira.

3) Para vivir

Pero no pensemos que el Espíritu Santo sólo inspira al papa, al encargarse de dirigir a la Iglesia, sino que también dirige a cada uno de sus miembros. De ahí la importancia de ser dóciles al Espíritu Santo que desea guiarnos a la vida eterna y al amor de Dios.

El Santo Padre invitó a pedirle a Dios que nos ayude a vivir el diálogo, la escucha y el encuentro con nuestros hermanos y hermanas en la fe y con los que están lejos. Así nos alegraremos al ver la fecundidad de la Iglesia, que está llamada a ser “madre gozosa” de muchos hijos.

 

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