Tres miembros de Ayuda a la Iglesia que Sufre, entre ellos Josué Villalón Álvarez, periodista de 24 años, de quien se recoge su testimonio, fueron a pasar la Navidad en el Kurdistán, para conocer y compartir las condiciones en las que viven los refugiados iraquíes perseguidos por los terroristas del Estado Islámico.
Ayuda a la Iglesia que Sufre, Fundación de la Santa Sede, apoya de manera pastoral a la Iglesia pobre del Tercer Mundo y a la Iglesia perseguida, esa iglesia que vive en la clandestinidad porque no tiene libertad religiosa y porque no puede expresar su Fe. Josué trabaja en Ayuda a la Iglesia que Sufre en España.
Estuvieron en Irak del 22 al 27 de diciembre 2014 para compartir y ver cómo viven los refugiados iraquíes perseguidos por los terroristas del Estado Islámico. Los cristianos han tenido que huir de Mosul por la llanura del Nínive, salir a mitad de la noche al Kurdistán, pues les decían: “Conviértanse, o si no, los vamos a matar”; casi la mitad de los cristianos vivían en esta llanura. Están refugiados en Kurdistán, en Erbil, en el barrio de Ankawa. Hay 70 mil cristianos refugiados.
Josué afirma que fueron a estar con la Iglesia de Irak para ver y vivir las condiciones de los refugiados cristianos, y pasar con ellos la Navidad. Ayuda a la Iglesia que Sufre da un apoyo de primera necesidad a los refugiados: se ha conseguido financiar alojamientos, se les han dado casetas prefabricadas para que pudieran tener una vivienda mejor, se ha apoyado la construcción de una zona para 15 mil niños refugiados y sin escolarizar. Se les ha dado agua y víveres para mejorar la vida de estos refugiados. Ayuda a la Iglesia que Sufre también colaborará a la formación de seminaristas.
El objetivo de Ayuda a la Iglesia que Sufre es que no desaparezca esta Iglesia en Irak. La entrada de estos musulmanes ha sido un golpe muy duro, han pasado de ser un millón de cristianos a ser trescientos mil. Han vivido durante años la persecución religiosa, han tenido que salir de su casa para sobrevivir, sólo para no negar a Jesucristo para vivir su FE. “Qué mejor que dejarlo todo para acompañarlos en la Navidad”, dice Josué sonriente.
Estuvieron en Ankawa para Navidad, escucharon las historias de los refugiados y pasaron la Eucaristía; vieron cómo muchos aún viven en tiendas de campaña, en descampado. Hemos estado con los refugiados y queremos comunicarlo, proyectar cómo viven. “Podemos afirmar que nadie ha apostatado de la Fe -dice Josué- la Fe fuerte, viva y alegre. Su alegría es Jesucristo. Hemos pasado la misa de gallo. Tuvimos una Eucaristía llena de sentido, fue una Eucaristía en rito Caldeo, en arameo, la lengua de Jesús. Fue una Eucaristía con mucho sentido en cada texto y parte de la liturgia, me sentí muy acompañado, en los momentos de los cantos, del silencio. El rito de la paz era muy importante, con las manos que el Sacerdote había tocado a Jesús Eucaristía, el pasaba la Paz a sus acólitos y ellos a nosotros”.
Josué nos comparte que lo que más le impacto fue la gente mayor, los ancianos, muchos que estaban impedidos caminaron incluso por la llanura del Nínive, perdieron todo por la Fe. Conoció a Sabiha, una mujer de 100 años, que no podía caminar y que fue sacada por la noche cargada en brazos por su nieto. Estuvieron un rato con ella, rezaron un rosario, ella los llenó de besos. Le regalaron un rosario, y ella los bendijo y les dijo: “Yo también rezo por ustedes”.
La familia Yadar vivía en Qaraqosh, el mayor pueblo cristiano, con 50 mil habitantes. Viendo la situación, enviaron a sus cuatro hijos mayores a otra parte, mientras que ellos se quedaron con la pequeña Cristina de tres años. Cuando llegaron los terroristas al pueblo, estuvieron encerrados en casa, sin agua, sin luz; cada día llegaba un terrorista y tocaba su puerta, todos los días, hasta que un día los descubrieron. Les dijeron que se convirtieran al islam. Como no quisieron, el jefe señaló a la niña, Cristina de tres años, y se la arrebataron a su madre. A los padres los dejaron a la mitad del desierto sin nada y después de mucho andar se encontraron con sus hijos mayores. Es probable que la pequeña esté con alguno de los príncipes terroristas y que la tengan de esclava sexual.
El testimonio de ellos es muy importante, quizá el sentido sea que Europa y Occidente despierten para vivir día a día su Fe. Los cristianos de Irak son la élite de la Iglesia. Ellos viven el Evangelio, ellos viven el perdón día a día, se han hechos pobres, son perseguidos. Han dejado todo por Jesucristo.
Ayudar a los cristianos de Irak es ayudarnos a nosotros mismos. Para mayores informes consulta www.ayudaalaiglesiaquesufre.mx
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