Más que un recuerdo

La belleza de la Liturgia (5). La alegría del encuentro

1) Para saber

Hace pocos días, el conocido actor Russell Crowe, ganador del Oscar con la película Gladiador, visitó junto con su familia la Capilla Sixtina, en la Ciudad del Vaticano. Comentó que ha sido un privilegio y la experiencia más especial de su vida. El actor pronto interpretará al P. Gabriele Amorth, el exorcista más famoso del mundo. Crowe quedó muy asombrado y agradecido. Publicó varias fotografías en su Twitter en las que se le ve visitando los Museos Vaticanos. También compartió una emotiva historia en su paso por la Capilla Sixtina, en que recordó a su padre ya fallecido.

Es innegable la belleza que contiene la Capilla Sixtina. Así como hay belleza en algunas obras de arte, también hay otras realidades que nos transmiten otro tipo de belleza. Una de ellas se da en la liturgia. Por ejemplo, cuando se celebra una Santa Misa, independientemente de la belleza que pudiera tener el templo o los objetos que se utilizan, hay una belleza mayor que es preciso descubrir. A ella se refiere el papa Francisco en su última carta. Se trata de la belleza del encuentro con alguien: el encuentro con Cristo. Aquí está toda la poderosa belleza de la Liturgia comenta el Pontífice. Gracias a que el Hijo de Dios se hizo hombre, a su Encarnación, nos es posible unirnos a Dios. Por eso Cristo es el Camino: es el camino para entrar en comunión con Dios mismo.

2) Para pensar

Muchas de las obras del músico Joseph Haydn (1732-1809) están impregnadas de gran alegría. Se cuenta que en una ocasión alguien lo criticó porque las misas que componía eran demasiado alegres. Haydn se limitó a contestar: «No puedo evitar que al pensar en Dios mi corazón salte de alegría».

Tenía mucha razón el compositor, porque cuando hay amor a alguien, su encuentro conlleva alegría. Si Cristo es nuestro máximo amor, el encuentro real con Cristo habría de traernos la máxima alegría. Comentaba Haydn: «Cuando pienso en Dios, mis notas surgen copiosas como el agua de una fuente; si Dios ha querido darme un corazón alegre, me perdonará que le sirva alegremente».

Podríamos decir que la alegría al participar en una ceremonia litúrgica irá en proporción al deseo de tener ese encuentro amoroso con Cristo. Pensemos cuánta alegría nos causa ese encuentro.

3) Para vivir

Lo maravilloso de la Liturgia es que nos garantiza la posibilidad de un verdadero encuentro con nuestro Señor. Aquello que era visible de Jesús, lo que se podía ver con los ojos y tocar con las manos, sus palabras y sus gestos, ha pasado a la celebración de los sacramentos.

La Eucaristía, por ejemplo, no se trata de un vago recuerdo de la Última Cena, sino que nos hace estar presentes en aquella Cena, poder escuchar su voz, comer su Cuerpo y beber su Sangre, comenta el Papa. En la Eucaristía y en todos los Sacramentos nos encontrarnos con Jesús y somos alcanzados por el poder de su Pascua. A veces podemos perder la conciencia de ese encuentro y entonces deja de tener sentido la ceremonia, llegándola a ver sólo como un acontecimiento puramente social. Nos estaríamos perdiendo lo esencial de la celebración. Es deseo del Papa que vivamos la Liturgia con un mayor sentido y de esa manera la vivamos con alegría.

 

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