1) Para saber
Hace pocos días el Papa Francisco reflexionó sobre las “Bienaventuranzas”, y aseguró que para ser feliz hay que llevarlas a cabo, hacerlas concretas en la propia vida.
Francisco señaló que Jesús quiere conducirnos a la felicidad; por eso, en el “Discurso de la Montaña”, comienza su predicación con el término ‘dichosos’, ‘bienaventurados’, es decir, felices. Y nos muestra las condiciones: “Bienaventurados los pobres de espíritu porque de ellos es el Reino de los Cielos”.
El Papa comentaba que el pobre de espíritu es el cristiano que no se confía en sí mismo, en sus riquezas materiales, no se obstina en sus propias opiniones, es dócil a la señoría de Dios, escucha con respeto y está dispuesto a aceptar las decisiones de otros.
2) Para pensar
Hay un cuento sobre la verdadera felicidad. Está ubicado en la antigua Rusia, donde vivía en su lujoso palacio el zar. Pero no obstante estar rodeado de riqueza y comodidades, estaba triste. Pensaba que si portaba una fina ropa sería feliz y se empeñó en buscar “La Camisa de la Felicidad”.
En todo el reino se proclamó que se pagaría una fortuna a quien consiguiese dicha camisa. Fueron llegando cientos de camisas de todo tipo: seda, lino, algodón, con joyas preciosas, con hilo de oro, de todos los colores y formas…, pero nada; aunque el zar se las ponía, seguía tan triste, o más, que al principio.
Entonces el zar mandó a su guardia que fuesen a buscarla por todo el reino. Era invierno, hacía frío, y por más que buscaban no la encontraban. Recorriendo las nevadas calles, escucharon unas risas y gritos de alegría. Se acercaron de donde provenían y era una casa muy pobre de un hombre campesino que tenía muchos hijos. En ese momento estaba jugando y divirtiéndose con ellos. Los guardias alcanzaron a escuchar que el hombre decía: “Soy el hombre más feliz del mundo”. Los guardias creyeron encontrar, al fin, la camisa deseada, así que tocaron fuertemente la puerta de la pobre casa. El hombre dejó a los niños y corrió a abrir la puerta. ¡Cuál va siendo la sorpresa de los guardias al encontrar a ese hombre sin camisa!
3) Para vivir
La pobreza, de suyo, no es impedimento para ser feliz. En las Bienaventuranzas “se parte de condiciones de desgracia para acceder al ‘reino’ anunciado por Jesús… No se es dichoso si uno no se convierte en grado de apreciar y vivir los dones de Dios”, aseguró el Papa.
Francisco comentó que el pobre de espíritu es aquel que ha asumido las actitudes de esos pobres que no se rebelan, sino que saben ser humildes, dóciles, disponibles a la gracia de Dios.
“La felicidad de los pobres de espíritu tiene dos dimensiones: 1) Respecto a los bienes materiales, es la sobriedad, la capacidad de vivir lo esencial, de compartir; sin sobrecargarse en el consumo voraz… ‘Cuanto más tengo, más quiero’ y esto mata el alma. El hombre o la mujer que haga esto no será feliz”, manifestó. 2) Por otro lado, “respecto a Dios y a su alabanza, es el reconocimiento de que el mundo es bendición y que en su origen está el amor creador del Padre”.
San Josemaría nos lo recuerda en una breve fórmula: “Lo que se necesita para conseguir la felicidad, no es una vida cómoda, sino un corazón enamorado” (Surco 795).
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